Capítulo 6 ¿Viaje con mi jefe?

Narra Dalia.

Definitivamente, mi jefe es un idiota, por su culpa perdí un buen ingreso anoche por faltar al club, lo bueno que tenia un guardadito, Mi jefa no estaba muy contenta, pero al explicarle mi situación y de quien se trataba la razón del por qué había faltado, ella cambió su estado de animo y me la “perdonó” pensaba dejar esa vida una vez que tuviera este trabajo, pero como van las cosas, dudo que pueda hacerlo, ya que ayer, ese amargado, le dijo al sr. Lennox, que me despediría por impuntual, lo que hizo que llorara aun mas de lo que estaba haciendo, y en caso de ser así, lo mejor es presentar mi renuncia.

Sé que le debe causar repulsión mi apariencia y la verdad no me importa, sin embargo, me tomé la libertad de preparar mi renuncia en caso de que se atreva a despedirme.

—Como lo odio. —Digo entre dientes.

—¿Qué dijo? —La voz del sr. Lennox me hizo saltar de mi asiento con preocupación.

—Yo… no he dicho nada. —¡Yo y mi boca!

—No te preocupes, no le diré nada a tu jefe. —Sonríe y me guiña un ojo. ¡Es muy guapo! De seguro tiene a muchas mujeres a sus pies.

—Es usted muy amable. —Digo apenada.

—Descuida. —Se despide y se va a su oficina.

¡Que horror! Debo tener mas cuidado de lo que digo y mas si lo hago en voz alta.

—¿Qué ocurre? —Dice Melina, la asistente de ese bombón. ¡Dios! ¿En qué estoy pensando?  

—Nada importante. —Digo sonriendo con nerviosismo y ella entre cierra los ojos.

—No te creo. Pero está bien sino me quieres contar. —Vaya que es dramática.

—Bien. —Digo resignada. Y se sienta frente a mí para prestarme atención.

—Estoy de mal humor por el comportamiento de mi jefe hacía conmigo, así que hace un momento dije que como lo odio y tu jefe me escuchó y por eso estaba muy apenada. —Digo y ella me mira sorprendida.

—Ya veo. ¿Qué piensas hacer? —Creo que ni yo sé la respuesta.

—¿Debería renunciar? —La miro y veo que no me presta atención

—Srita. Harrison ¿No tiene trabajo? —¡Tierra trágame por favor!

Melina no dice nada y mejor se va a su lugar sin mirarme más.

—Y usted, venga a mi oficina. —Creo que llegó mi fin en este trabajo.

—Dígame. —No les voy a negar que estoy muy nerviosa, presiento que voy a ser despedida. Bueno, al menos me queda el club.

—Quiero que empaque sus cosas, pasaré por usted a las 6 pm. —¿Qué dijo? Lo miro sin entender.

—¿Disculpe? —¿No me va a despedir?

—Viajaremos a Londres. —¡Esto no puede estar pasándome!

Esperen… no puedo viajar, y no sólo por mi hija, sino también por mi trabajo en el “Egyp” ya mi jefa me la perdonó una vez. Seguro ella me corre de ahí.

—Sr. McCarthy, no puedo… —Me interrumpe.

—No le estoy preguntando, es su deber como mi asistente, acompañarme. —Me dice con frialdad.

Si le llevo la contraria es capaz de que me despide y no me puedo dar el lujo de perder este empleo.

—Está bien. —Debo hablar con Megan, espero que me pueda apoyar con mi hija.

¡¿Yo?! ¿de viaje con mi jefe?

—No puedo. Lo siento. —No puede ser.

—¿Por qué? — Estoy muy angustiada. Y justamente cuando mi jefa del club me dio la oportunidad de faltar, sólo porque soy asistente de uno de sus clientes mas frecuentes.

—Bien, no tengo más opción para que cuiden de mi pequeña. — Sólo espero que mi jefe no se moleste.

Le envié un e-mail a su profesora que no tenia con quien dejar a mi hija para llevarla a sus clases, ella lo entendió y que me enviaría la tarea para que no se atrase en clases.

Estaba terminando mi maleta, cuando el timbre suena, debe ser él.

—¡Yo abro! —Se va a quedar en shock cuando lo mire. Tomo mis cosas y de las de mi hija y bajo las escaleras.

Y bien lo dije, mi amiga está petrificada en su lugar sin dejar de mirarlo.

—Buenas noches, Sr. McCarthy. —Lo saludo con cortesía. Como si lo mereciera.

—Buenas noches, srita. Carter. —Saluda con seriedad.

—Bueno, yo me voy. Fue un gusto. —Dice Megan sin dejar de coquetear con mi jefe. No cambia.

—Un placer. —Este hombre parece un tempano de hielo.

—¿Nos vamos? —Dice y yo asiento. Tomos las cosas y a mi hija.

—Espere… ¿Qué cree que hace? —Me mira sin entender.

—No puede llevar a su hija, no es un paseo, es trabajo. —Está muy molesto.

—Disculpe, sr. McCarthy, pero no tengo con quien dejarla. Mi amiga tiene otros compromisos. —Niega con la cabeza.

—Podemos dejarla con mi hermana, ella cuidará de su hija. —¿Escuché bien? Lo veo y no lo creo.

—¿En… en verdad? —Estoy muy sorprendida.

—Si. Y ya salgamos de aquí o se hará tarde. — Él me ayudó con las maletas, mientras que yo cargaba a mi pequeña.

La casa de mi jefe es enorme…

Bajamos del carro y su hermana espera por nosotros, y se encontraba cargando a un bebé, muy hermoso, por cierto, durante el camino le había llamado para pedirle ese favor de cuidar a mi hija, lo cual ella no se negó en lo mas mínimo.

—Hola, pequeña. —La saluda con una sonrisa y mi hija es un poco tímida con los extraños.

—Es un poco tímida. —Digo algo apenada.

—Entiendo, no me conoce. —Es muy linda, lo contrario al ogro de su hermano.

Me disculpé con ella por ayudarme a cuidar a mi hija, lo cual ella me dijo que no había ningún problema.

Nos despedimos y salimos con rumbo al aeropuerto. Es curioso, porque pensaba en cosas como esta de viajar junto a él, y que, sin embargo, lo vi nulo, que jamás pasaría. Y yo pensando en renunciar, tal vez me paguen estas horas extra.

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