La pequeña iglesia estaba adornada con flores blancas y lilas, un reflejo de la sencillez que Evan y Emma habían imaginado para su boda. La luz del atardecer se filtraba por los vitrales, llenando el lugar con un resplandor cálido. Aunque la ceremonia era discreta, el amor y la alegría en el ambiente eran palpables.
Emma sostenía con cuidado a Eva mientras Emilia ajustaba los pliegues de su vestido blanco. Era un diseño sencillo, sin excesos, pero perfecto para la ocasión. La tela fluida acentuaba su elegancia natural, y una corona de pequeñas flores adornaba su cabello.
—Te ves preciosa —murmuró Emilia, sonriendo mientras miraba a su hermana en el espejo.
Emma le devolvió la sonrisa, sintiendo un nudo en la garganta.
—Gracias por estar aquí, Emilia. No sé qué haría sin ti.
—Siempre estaré aquí para t