Con el paso de los días, la relación entre Matthew y Emilia había empezado a sanar en un ritmo suave, como un par de amantes redescubriéndose. Aunque ambos aún vivían separados, Matthew no perdía oportunidad de verla y recordarle cuánto la amaba, conquistándola una vez más a través de pequeños gestos y palabras sinceras. Emilia, por su parte, comenzaba a bajar la guardia y a permitirse la esperanza de un futuro junto a él y su bebé. De algún modo, el tiempo separados les había dado una nueva oportunidad para reencontrarse, y, en sus corazones, ambos lo sabían.
Sin embargo, aquella calma aparente no duraría mucho. Una mañana, Evan y Matthew recibieron órdenes para una misión urgente, una que requería su presencia de inmediato. La seriedad en los rostros de sus superiores dejaba claro que la misión no era