La observé mientras se alejaba corriendo sin saber que hacer, mis palabras no habían salido con intenciones de lastimarla o hacerla molestar a ella, sino a su padre, pero ahora la princesa había malinterpretado todo.
—¡Mierda! ¡Mierda! —exclamé impotente.
—Definitivamente que eres un bruto, te has jodido tú mismo y aunque ahora no recuerdes, te juro que cuando llegues a hacerlo, te vas a arrepentir de este momento —me dijo Felipe burlándose de mí y