Estaba un tanto tranquilo porque Camil había logrado esconderse y yo me había puesto mi bóxer y un short corto, pero ahora debía tratar de que mi visitante inesperado se fuera lo más pronto posible, porque no sabía cuánto tiempo podría aguantar ella encerrada en la dispensa de la comida.
Crucé mis brazos en el pecho y lo esperé sin perder mi vista de él, me miró demasiado molesto, nunca lo había visto de esa manera, ni cuando teníamos nuestros peores enfrentamientos por Camilla. Si las miradas mataran seguramente en esos momentos sería el difunto Camillo.