Unos pocos días despues de reunirnos con Isaac, Sebastián hizo sus maletas y se marchó, diciendo que tenía una cita urgente con un cliente. Mientras desde la terraza lo veía subir a su lujoso Moserati italiano e irse, me pregunté sí ese “cliente” se trataba de una persona que pronto moriría gracias a él.
Aun no me atrevía a preguntarle el porqué se dedicaba a algo tan cruel, teniendo una vida perfecta. Me asustaba qué diría. Me asustaba descubrir esa parte de su vida.
Con un suspiró dejé la terraza y después de vagar por todo el penhouse y sus tantas habitaciones, terminé en la piscina. Era tan extensa cómo un pequeño lago, pero a 50 pisos del suelo, con una vista panorámica de toda la ciudad.
Si que es una vida perfecta, casi irrealista, pensé entrando en el agua tibia con todo y ropa. Con una vida así, ¿qué busca Sebastián siendo un asesino? ¿Por qué lo hace...?
—Estabas embarazada.
Su comentario me provocó un dolor tan repentino, que dejé de moverme y estuve a punto de aho