MILA
—Los voy a dejar solos —dice Natalia.
Natalia voltea a verme y sigo sin respirar.
—Piensa bien las cosas, Mila.
—Está bien, muchas gracias—le respondo.
Natalia sale de la habitación, dejándome sola con Maximiliano. Me siento nerviosa con su cercanía, y mi corazón comienza a latir con fuerza.
Maximiliano se acerca a la niña y la carga en sus brazos. Su perfume me impacta, y siento un escalofrío recorrer mi espalda.
—¿Me tienes una respuesta?
—Aún no. Tengo más razones para quedarme que para irme.
Maximiliano me mira fijamente, su expresión intensa y expectante.
—¿Y cuáles son esas razones? —pregunta, su voz baja y suave, pero con un tono de curiosidad.
Me siento nerviosa bajo su mirada, pero trato de mantener la calma.
—Tengo que pensar en el bienestar de mis hijos—le respondo—. Y también tengo que considerar mis propias necesidades y deseos.
—Entiendo —dice—. Pero también debes considerar lo que yo quiero. Lo que yo necesito.
Su voz se vuelve un susurro profundo y envolvente, y s