Leyra después de ver que todo su plan había dado frutos llega de forma sospechosa y escondida a tocar una puerta de madera en medio de la noche

— Adelante— resuena del otro lado de la puerta una voz profunda y masculina, la invita a pasar y ella lo hace como si no fuera la primera vez, como si llevara mucho tiempo con este recorrido. — Bien— dice el hombre al mismo tiempo que se acerca a ella imponiendo su amplia altura y la inmensidad no solo de su cuerpo sino de su inminente poder— dime ¿qué necesitas?

El porte de Amadeo dejaba claro que conocía hasta la más básica naturaleza de esa mujer, la observaba con detenimiento y estrategia, porque ambos eran iguales, ambos ansiaban más de lo que tenían, y para ello tendrían que trabajar en equipo.

En ese momento, la mirada de la rubia se endulza como si fuera una cachorra indefensa.

— Necesito saber…— suspira al mismo tiempo que se acerca un poco más a él, con una velocidad tranquila y pausada como si quisiera medir que tanto estaba dispu