32. EL REENCUENTRO
EL PRÍNCIPE:
Sirius me observó, volviéndose más serio, como si cada palabra mía confirmara cosas que había callado durante demasiado tiempo.
—¿Cuánta sangre tomó? —preguntó con preocupación.
—Mucha —dije, todavía saboreando el gusto en mis labios.
—Señor, no debe hacer eso —dijo, adoptando una actitud más seria que nunca—. Espero que no la haya tocado con sus colmillos o su saliva.
Su afirmación lo aclaró todo. Los lobos no solo la querían para someterla; la deseaban porque ella era clave para acabar conmigo. Pero la preocupación de mi sirviente me hizo recordar la historia de AL. Era cierto lo que decía, así que me apresuré a tranquilizarlo.
—No, ella se cortó y metió su dedo en mi boca —le conté, recordando que había evitado eso. Mis instintos, aunque no lo recordara, me habían advertido no hacerlo.
—No importa, señor, vamos ahora —dijo, asegurándose de que estuviera bien escondido—. Hoy es luna llena y Sol despide su olor; está en gran peligro.
Sirius desapareció y al momento regre