Narrador.
La bruja Ruya siempre tuvo el deseo de conocer a Lars y ahora que lo hizo quedó impresionada con ese hombre tan imponente y que por demás le dio un buen recibimiento, sobre todo porque también confundió sus intenciones al dejarla vivir en su casa.
«Ofrecida» pensó Maia sin dejar de mirarla y la bruja sentía su presencia, pero no se molestaba en voltear a verla, sino que reía tras poder oler sus emociones.
—Celas a un hombre que no siente más que odio por ti— manifestó Ruya a Maia, ya Camilo le había dicho todo por qué debía saber la historia para poder crear el elixir mágico con el cual durmieron las bestias de Maia.
—Deja de hablar pendejadas est&uacu