Solía sentirme sola todos los días a pesar de tener a Luciana como amiga. Por las noches lloraba recordando el pasado, culpandome y lamentando mi existencia. Envidiaba la vida de cualquiera que pasase frente a mí, por el simple echo de no querer vivir en la mía. Fuero días grises, días que hasta el día de hoy, no había podido recordar.
Christopher estaba dormido a lado de mí, yo me acurucaba en su pecho teniendo miedo de que todo esto no fuese real. Amaba sentir su calor, su apreció, nunca me sentí completamente querida y ahora qué lo tenía a él, me era imposible el no derramar lágrimas.
Perdí a mi familia cuando empezaba a tratar de mejorar, perdí mi confianza. Sin embargo todo aquello se había quedado en una página muy atrás del libro de mi historia. Sería mamá aunque