Mundo ficciónIniciar sesiónEl abrazo de mis hijas me arropa, haciéndome sentir mucho más tranquila. Ellas son mi vida. Las estrecho muy fuerte, como si al aferrarme a ellas mi existencia volviera a la realidad.
—Yo también las amo, niñas —digo, mirando cómo Odilia cabecea en el sillón—. Llamen a la abuela, debe estar muy cansada.—Es que nos pasamos la noche aquí contigo —dicen ambas, volviendo a abrazarme.Sus brazos me envuelven con fuerza, y por unos segundos logro olvidarme de todo el caos que nos rodea. Porque sí, el mundo puede estar desplomándose, pero mientras mis hijas me abracen así, siento que soy capaz de levantarlo a pulso.—¡No debieron hacerlo! —exclamo, acariciando sus cabecitas de rizos perfectos—. Necesitan dormir bien, no quedarse en una sala de espera del hospital por mi culpa. Tenían que haberme dejado con Robin y llevarse a su abuela a la






