83. LA INTRODUCCIÓN DE ODILIA
Odilia se levanta y nos da un abrazo a los dos. Robin va a la dirección a hablar para que nos den la autorización. Nos hacemos pasar por sus nietos y regresamos con ella a mi casa. Por suerte, es grande; enseguida le arreglo un hermoso cuarto. Parece una niña con juguete nuevo.
A la media hora llega Serrí con todo el grupo. No se quedaron en la otra ciudad. Mis hijas llegan y me abrazan fuertemente. Mi amiga, por supuesto, les ha contado todo.
—Mamá, no llores —me dice mi hija, aferrada a mí como si me fuera a perder en un descuido—. ¡No importa que pierdas la empresa, nos tienes a nosotras!
—¿Quién dice que la va a perder? —pregunta la abuela Odilia, saliendo imponente de su habitación como si fuera la dueña del lugar.
Se hace un silencio con su llegada y todas las miradas convergen en ella. Camino hacia Odilia y paso un brazo por sus hombros con una mezcla de orgullo y emoción.
—Chicas, les presento a su abuela Odilia —anuncio con una gran sonrisa, disfrutando del momento.
—¿Abuela?