Red de sentimientos contradictorios.
El silencio de Lisandro es algo que causa inquietud a Irene. Su temor de que nada le funcione la desespera, siendo algo intensa. Lleva sus manos al pecho de su esposo y desliza una leve caricia que piensa poder provocarlo, pero Lisandro la toma de las manos y luego retrocede un paso.
—Quiero irme a dormir.
—Pero… soy tu esposa, te necesito, quiero que me des algo de cariño—, Irene suaviza su tono de voz para conmover a Lisandro, pero no lo logra.
—Mañana será otro día, que tengas una feliz noche—, dice Lisandro, y luego se marcha.
Irene empuña sus manos, siendo masoquista, pues quiere el amor y la atención de Lisandro a toda costa. Pero lamentablemente, a pesar de que Lisandro no recuerda a Caroline, su cuerpo le exige estar cerca de ella.
—No me vas a quitar a mi esposo, haré hasta lo imposible, Caroline. Es verdad lo que dice mi suegra Berenice, solo eres un estorbo y los estorbos hay que eliminarlos.
Por otro lado, la curiosidad le gana a Lisandro, quien llega a la habitación donde