Capítulo 23

XXIII

Puedo ver mi cuerpo con claridad desde donde estoy, parada enfrente.

—¡Vittoria!—grita Verónica desesperada desde el otro lado de la puerta.

Si está así de alterada nada más con pensar que estoy muerta, cuando vea que mi cuerpo está pálido, los ojos vidriosos y labios morados seguro le da algo.

—Erior abre esta maldita puerta—ordena, entonces comienzan a golpear con fuerza el pedazo de madera que nos divide y da privacidad.

La rubia se desapareció apenas volví a la habitación, ¿en dónde se

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