Capítulo 113. Al lado de un monstruo.
Adrián Soler
El aire helado del estacionamiento me cortaba la piel, pero no era nada comparado con el frío que sentía por dentro.
Tenía a Mía pegada contra mí, su cuerpecito temblando como si el mismo mundo estuviera decidido a romperla en pedazos y negándose a irse con nosotros.
—Quiero a mi mamá… por favor, papá —repitió con el rostro bañado en lágrimas.
Cada vez que lo decía era como un golpe seco en el pecho. Yo sabía que no podía darle lo que pedía, no ahora. Pero escucharla suplicar de esa manera, me estaba partiendo por dentro.
Me incliné hacia ella, intentando que mi voz saliera más suave, más tranquilizadora de lo que en realidad era mi ánimo.
—Mía, mi amor… tranquilízate, por favor. Te llevaré a un sitio hermoso y luego regresaremos… y te llevo con tu mamá.
Ella me miró con esos ojos enrojecidos, llenos de lágrimas que parecían no acabar nunca, y negó con la cabeza. En ese instante entendí que lo que yo dijera no importaba.
Ella ya había decidido que junto a nosotros no er