Después del trágico incidente, la vida de Jessica tomó un rumbo inesperado. Dylan, a pesar de la gravedad de su herida, luchó con valentía por su vida en el hospital. Cada día que pasaba era una batalla, pero su espíritu indomable y el amor que sentía por Jessica lo mantenían aferrado a la vida.
Jessica se convirtió en una visitante constante en el hospital, sentada junto a la cama de Dylan, hablando con él sobre sus sueños y esperanzas. Le contaba historias sobre los lugares que querían visitar juntos y cómo planeaban formar una familia. Aunque Dylan estaba en coma, Jessica estaba segura de que su amor llegaría hasta él.
Finalmente, después de semanas de cuidados intensivos y momentos críticos, Dylan despertó. Al abrir los ojos y ver a Jessica a su lado, una sonrisa débil se dibujó en su rostro. “¿Dónde estamos?”, preguntó con voz rasposa.
“Estás aquí conmigo”, respondió ella entre lágrimas de alegría. “Estás vivo”.
Los días siguientes fueron un torbellino de emociones. Dylan se recu