DAVID
—¿De verdad no quieres que te acompañe al hospital?—Aprieto el hombro de mi compañero y amigo, comprendiendo la intensidad del dolor que siente. Hace años era yo, la misma mirada y el semblante perdido.
Joder, es como mirarse en el espejo.
Pero todavía hay esperanza para él.
—No, llamé a sus padres. yo... eh. Su mirada se encuentra con la mía, atónita y puedo ver las lágrimas brotando de sus ojos. —Ella es mi vida, hombre. N