La maestra miró a Andrea:
—Mamá de Juanito, ¿qué está pasando?
Andrea se puso de pie con Lina en sus brazos.
—Juan, no estoy intentando molestarte. Recuerda lo que te dije: no volveré a acompañarte a ninguna actividad en el futuro. En cuanto a Lina, hoy es mi hija y he venido a acompañarla en esta jornada deportiva. Si necesitas a tu tía, será mejor que la llames pronto.
Luego, Andrea se dirigió a la maestra:
—Maestra, olvidé informarle que el padre de Juanito y yo estamos en proceso de divorcio. No pienso solicitar la custodia de Juan. Pronto tendrá lo que desea: una nueva mamá que lo acompañe.
Dicho esto, Andrea se dio la vuelta y llevó a Lina a la sala de descanso.
Al escuchar la noticia, todos comenzaron a murmurar en voz baja.
Los niños, sin disimular, empezaron a burlarse de Juan.
—¡Juan, tu mamá realmente no te quiere!
—¡Juan es un niño que nadie quiere!
Nuevamente humillado frente a sus compañeros, Juan, siendo aún un niño, se sentó en el suelo y comenzó a llorar desconsoladame