Luciana hizo pucheros:
—Más te vale que lo sepas.
—Está bien, mañana tengo día libre, vamos a tener una cita, ¿sí?
Al escuchar sobre la cita, Luciana inmediatamente se incorporó, con los ojos brillando de emoción.
—¿En serio?
—Por supuesto que en serio.
—¿A dónde vamos?
Se notaba que Luciana tenía muchas ganas de tener una cita, y al verla así, José se sintió muy cálido por dentro.
Esta sensación de alivio después de saber que no estaba enferma, junto con sentirse importante para ella.
Al parecer esto era lo mágico del amor.
—Es secreto, mañana nomás sígueme.
Mientras más hablaba José así, más curiosa se ponía Luciana.
Tenía que admitir que esta táctica era perfecta para conquistar mujeres, a las chicas les encantaba este tipo de misterio.
Luciana le agarró el brazo y no paraba de moverlo.
—Ay, dime por favor.
José sonrió y miró su reloj.
—No te voy a decir, espera la sorpresa de mañana. Ya es tarde, mejor me voy.
Al escuchar que se iba a ir, Luciana inmediatamente se sintió mal.
¿En s