Al entrar Vicente, inmediatamente le llamó la atención una foto en la pared.
Se acercó y la observó cuidadosamente.
Andrea en la foto se veía todavía algo inmadura, con un poco de grasa de bebé en las mejillas.
Parecía tener unos diez y tantos años.
Llevaba puesto un vestido rojo de sirena, se veía traviesa y linda, pero también llena de vitalidad.
Especialmente esos ojos, brillantes y relucientes, se veían muy radiantes, exactamente iguales a como los recordaba.
Pero eran diferentes a los de la Andrea actual.
Dicen que si una persona ha pasado por dificultades, los ojos son lo primero en perder su brillo.
Vicente aún recordaba cuando se enteró por Luciana de que ella se estaba divorciando.
Entonces había quedado de verse con ella, y cuando vio a Andrea en ese momento, todavía tenía marcas de quemaduras en el cuerpo.
Aunque se esforzaba por verse decente, era obvio que estaba en una situación lamentable.
—Esta foto... —Vicente no pudo evitar extender la mano para tocar la fotografía.
A