—¡Andrea!
Andrea se detuvo y junto con Vicente se dio vuelta para mirarla.
El rostro de Julieta mostraba una sonrisa fría y triunfante.
—Felicitaciones. Por fin conseguiste lo que querías, divorciarte de Miguel.
Andrea entendió que intentaba provocarla.
—Lo mismo digo. También debería felicitarte por haber esperado tanto hasta que yo lo dejara ir.
La sonrisa de satisfacción en los labios de Julieta se hizo más profunda.
—Te equivocas, Andrea. En realidad, desde el principio no necesité esperar a que lo soltaras. Miguel siempre me ha tenido en su corazón. De lo contrario, no habría sido durante tantos años un obstáculo en vuestro matrimonio.
Andrea estaba a punto de hablar, pero Vicente se le adelantó.
—Vaya, ¿la amante está orgullosa? ¿Te enorgullece ser un obstáculo en el matrimonio de otros?
Julieta resopló con desdén:
—¿Qué sabes tú? En el amor, la tercera persona es quien no es amada. Miguel y yo somos amigos de la infancia. La persona a su lado siempre debió ser yo.
Vicente, imitá