Doctor

En medio de su huida, camino entre montañas casi desnuda por un lugar que no conocía. Su única hazaña fue convertirse un lobo y liberar a todas esas chicas fue, pero quedó a la deriva y no sabía a dónde ir. Solo huyo sin rumbo, duro varios días sin comer nada más que frutas de algunos árboles remotos de ciertas zonas.

Cuando por fin llego a una carretera de barro y piedras, se quedó allí a descansar un poco, podría empezar una vida de nuevo, pero no sabía dónde estaba. Tal vez las personas de este lugar ni siquiera hablaban su mismo idioma y se sentiría incomodad.

Desde el lugar donde se encontraba vio lo que parecía ser una ciudad, pero le dio miedo porque no llevaba una ropa adecuada, solo un tipo, una toalla encima que estaba demasiada sucia, a pesar de que la lavo cada vez que vio un río. Le dio miedo a que la gente la tratara mal. Dudo en ir a ese sitio, pero una carroza venía de muy lejos.

Jade se quedó quieta y trato de esperar a ver qué sucedía. Solo quería saber si esas personas la podían ayudar. Ella estaba nerviosa, le temblaban las manos y sentía ansiedad.

Cuando la carroza se detuvo, un hombre joven de cabello negro crespo se bajó y le hablo.

“¿Está bien, señorita?” fueron las palabras que le dijo, pero ella no entendía ese idioma, así que no supo qué hacer.

Un hombre algo educado salió de la carroza. Llevaba un tipo de chaleco negro e iba vestido con algunos abrigos. Era algo alto, cabello rojo y ojos azules. Unos treinta años, al verla, fue hacia ella y la cubrió con un chaleco.

“¿Está perdida?” fue la pregunta que le hizo, pero ella no le entendía.

Ambos hombres hablaban en otro idioma, pero Jade no. Los dos trataron de decidir qué hacer con ella.

“¿Mi señor que haremos con la chica?”

“Yo la llevaré a mi casa. Tal vez está enferma, está algo sucia”

“Podría enfermarlo a usted también. Mejor dejémosla”

“No, da igual, la muerte nos acecha en todas partes”

Él la tomo de los hombros y trato de guiarla hasta su carroza. Jade no sabía si dejaba que él la tocara, pero ya los pies los tenía algo cansado. Llevaba casi una semana caminando sin rumbo y ya se le dificultaba seguir de pie.

[…]

Cuando los tres llegaron a la ciudad de los topos. Era un lugar bastante grande. Había decenas de casas de todos los estratos. Su nombre era así por qué había muchos topos, a veces se metían en las casas. Así que trataban de alejarlos de este lugar, pero a veces volvían.

El hombre la llevo hasta su casa, un sitio bastante grande con diez habitaciones, antes era un palacio, pero su antiguo dueño murió. El lugar tenía ocho habitaciones de color blanco. Jhon se fue con ella a una habitación donde curaba a personas heridas. Tenía una cama con sabanas blancas, una cubeta y una ventana.

Él se puso una ropa blanca y trato de indicarle que debía sentarse para revisarla, pero la chica estaba asustada,

Sentía que ese hombre era algo misterioso.

Cuando él se le acercó a ella. Jade la tomo de las manos con una fuerza superior, lo arrodilló al suelo. El hombre no sabía qué hacer; sin embargo, su amigo abrió la puerta y vio esa escena.

“¿Doctor que sucede?”

“No es nada, ella está algo asustada, vete, la vas a asustar más!”

El chico dudaba mucho, no sabía si irse o no, no quería dejarlo solo.

“Hazlo ya!”

Él salió y los dejo solos. Hasta que ella lo soltó.

El doctor trató de ganarse su confianza, al ver que no podían comunicarse. Se cortó la palma de la mano con un cuchillo. Eso la dejo desconcertada y algo asustada. El hombre tomó un tipo de tela y se cubrió.

 Trato de ver si ella podía descifrar el mensaje; sin embargo, no fue así, pensó que era un loco.

Las cosas empeoraron y él solo pensó en buscarle ropa a la chica y que ella pudiera bañarse. Jade dijo unas palabras en su idioma.

“¿Qué quiere hacer?”

Pero él no la entendió, aunque por lo menos el ya sabio que la chica si hablaba. Fue hasta la puerta y le gritó a su empleado.

“Arturo, tráeme ropa para la chica y una comida para ella y para mí!”

Mientras se distraía, Jade abrió un cajón donde tenía diversos instrumentos para curar persona, ella entendió por fin que él era un doctor, aunque pensó que era bastante loco. Jade fue hasta él y lo tomo de las manos. Él se asustó un poco al ver lo cerca que estaba y la velocidad con que lo hizo. No era normal que un humano fuera tan rápido.

Vio como suavemente, ella se quitó la chaqueta que le dio y le mostró las heridas de su cuerpo.

Él quedó sorprendido al ver los golpes y cortes que tenía. Supo que era una mujer que fue secuestrada de algún lugar y tal vez escapó. Lo tomo de las manos y la guío hasta la cama para curarla, sabía que demoraría algo de tiempo, pero era su labor ayudar a las personas.

Empezó a examinarle los pies y vio decenas de laceraciones por caminar descalza. Pensó en ayudarla a bañar con agua caliente para eliminar todas las baterías que estuvieran cerca. Esta era las nuevas recomendaciones para cuidar la salud de los pacientes. La limpieza debía ser uno de los primeros cuidados.

Le puso de nuevo la chaqueta encima, para que Arturo no la viera, pero el hombre llegó rápidamente y abrió la puerta y trajo lo que el doctor le había, pedido, se quedó algo sorprendido al ver que la chica ya parecía más tranquila, pero el hombre volvió a darle órdenes.

“Prepara agua caliente”

“¿Se va a bañar?”

“Tengo que bañarla, tiene muchas laceraciones”

“¿Usted la va a bañar? Mejor dejé que unas enfermeras lo hagan!”

“La chica puede bañarse sola, no te preocupes por eso”

El joven Arturo se obedeció las órdenes de su jefe y fue a calentar un agua para aquella chica.

El doctor decidió levantarla del piso y cargarla, pensó por las laceraciones que tenía en su cuerpo. La chica estaba sufriendo mucho y decidió llevarla. A ella no le gusto, pero sintió especie de cariño indescriptible de ese hombre que no podía explicar. Mucho más que cualquier persona de su familia le había dado.

Decidió no decirle nada, y solo dejo que él la llevará. Hasta el sitio que él decidiera.

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