>>> Adalet:
Él me tomó de las muñecas, levantando mis brazos sobre mi cabeza. Sus manos presionaban las mías con fuerza contra el colchón, y su mirada era intensa, casi analítica. Me sentí abrumada, un sentimiento extraño me invadió.
Dejé de forcejear, mi respiración se volvió rápida, haciendo que mi pecho subiera y bajara con fuerza. Entonces, recordé la pequeña bolsa de tela. ¡Carajo, él no podía encontrarla!
¡La carta estaba escondida entre mis pechos!
Una oleada de inquietud y nerviosismo me atravesó. Zefor no ayudaba en absoluto; su mirada penetrante solo aumentaba mi ansiedad.
—No se te ocurra hacer una locura, Zefor… —logré decirle, sosteniendo su mirada—. No permitiré que me marques…
Él se inclinó hacia mí, una sonrisa divertida en su rostro. ¡El muy maldito parecía disfrutar de todo esto como si fuera un juego!
—Luna. ¿Sabes cuánto me duele esa marca m@ldita, teniéndote tan cerca? He soportado esto todo este tiempo —comenzó a explicarme mientras una de sus ma