Adalet, anonadada por lo que acababa de presenciar, frunció el ceño. La rabia la invadió al ver cómo sus hijos se encariñaban con un macho al que ella pensaba matar. Caminó a varios metros detrás del Alfa Zefor, seguida del Beta Woren, sintiendo el peso de su propia impotencia. —No me sigas —dijo Luna Adalet, sin mirar atrás—. No es como si fuera a escapar. Sé que algo así sería imposible. El Beta Woren sonrió, disfrutando de la provocación. —Es bueno que lo sepas y que no me des problemas extras —respondió ese macho, mientras sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y desafío—. Es una lástima que sean tan lindos esos gemelos que has parido. Adalet clavó sus afilados ojos verdes esmeralda en el Beta, sintiendo que su corazón se aceleraba. —¿A qué te refieres? —preguntó, su voz temblando de rabia. —Tendré que entrenarlos —dijo el Beta Woren, encogiéndose de hombros—. El Alfa Zefor está buscando al sucesor perfecto. Si es un cachorro defectuoso, no sirve. Y si tiene que
>>> Adalet: No me soltó... El maldito no me soltó de sus brazos ni un solo momento. No era que me sintiera cómoda, todo lo contrario. ¡Estaba furiosa! —¡SUÉLTAME, ZEFOR! —grité, exigiéndole con todas mis fuerzas. Hice de todo, pero… ¿por qué tenía que ser tan increíblemente fuerte? Exhalé, y en cuestión de minutos, dejamos atrás el pueblo y el sendero boscoso que lo conectaba con la mansión. Al entrar en la mansión de "Garra Dorada", las miradas de sus hombres y mujeres lobos nos seguían. ¡Claro! Su Rey Alfa me llevaba en brazos, desnuda, salvo por la camisa que él me había puesto para cubrir mi figura. No soy muy alta. Tal vez no tengo la misma fuerza que otras hembras Alfas, pero… ¡estoy orgullosa de lo que soy! Hasta que él me hacía sentir… diminuta, insignificante, simplemente… nada. Mi corazón latía con fuerza. Solté un profundo suspiro y, de pronto… llegamos a su habitación. ¡¿SU HABITACIÓN?! —¡AH! ¡¿QUÉ CARAJOS HACEMOS AQUÍ?! —le grité. Clack~ El sonido
>>> Adalet: ¡¿Que si le fui infiel?! ¡EN SERIO! ¡¿Merece mi fidelidad este macho?! ¡NO!, y… Tampoco le fui infiel. En ese momento, entendí que… Algo no encajaba. —Escuché que los pactos matrimoniales en las manadas benditas por la diosa, son muy estrictos… Romperlos, traicionarlos, ignorarlos, puede llevarte a la muerte. —¿Ahora buscas darme lecciones, Luna? —dijo ese Alfa en tono burlista, aunque su expresión era tan fría que me irritó. «¡¿Qué carajos está pasando, Lala?! ¿Es posible que no me fuese a pasar nada si rompía o traicionaba el pacto matrimonial…?, este maldito parece bastante seguro…», le pregunté internamente a mi loba, confundida. «No lo sé. El ritual de bodas con el Alfa de una manada bendita cambia dependiendo de muchas cosas…», me explicaba Lala. Solté un suspiro, y volví mi mirada hacia ese macho que me encimaba, mi corazón latía aceleradamente, mi pecho subiendo y bajando al ritmo de mi respiración agitada. Sentía el frío del piso abajo de mí, la tel
>>> Adalet: «¡No, Adalet!» Resonaba la voz de mi loba, Lala. Una y otra vez me decía que no lo hiciera, pero… ¿Qué otra opción tenía?, este tiránico Rey Alfa me dejaba claro que no mentía, que tenía mucho poder y no dudaría en utilizarlo para obtener lo que quisiera. Sí. Estaba harta de que busque todo a las malas, pero… —¡AAY! —mis pensamientos fueron abruptamente interrumpidos, cuando él se levantó y me cargó con una facilidad absurda. —¡Nos vamos a divertir un rato, Luna! —sonó con arrogancia su maldita voz gruesa, poderosa… Pícara. Pof~ Un sonido se produjo cuando me hizo lanzada a la cama. Caí boca arriba y de inmediato me senté… Tragué saliva mientras lo veía deshaciéndose de su pantalón. Estaba nerviosa, mi cuerpo temblando ligeramente… Apreté mis manos contra las sábanas de seda rojas, traté de verme fuerte, seria, imposible de afectar. No quería titubear ante un macho como él. Entonces… Pensé en él… En Alfa Malcon. En lo bueno que fue conmigo, en los moment
>>> Adalet: Lo besé. ¡Maldición, lo besé! No podía creerlo, no era algo que quisiera… Estaba acorralada, amaba a Malcon, sí… Cuatro años a su lado, cientos de recuerdos, y estos fuertes sentimientos no se van a borrar por un acostón, dos… Diez… No sé… Pero es solo sexo. Solo es sexo, ¿qué puede salir mal? Malcon entenderá que no tuve opción. Mis labios se movían a un ritmo lento y pausado, trataba de ocultar mi falta de experiencia… ¿Cuántas veces besé a alguien?, no lo sé, mi amnesia me impide aún recordar todo, solo sé que Zefor es el primero que recuerdo. Besos vacíos, sin sentimientos, todos con un simple fin sexual y reproductivos hace cuatro años. Cerré mis ojos, quizá un intento de no ver al macho que estaba besando pero… ¡Demonios! ¡En mi mente pasaban por recuerdos con Malcon! ¡Su rostro!… Me sentí asqueada de mí misma. Le dije "te amo" a ese macho incontables veces, y… ¿Qué estoy haciendo?, yo debería… —¡AAAH! —grité, mis palabras fueron interrumpidas, cuando
>>> Narrador: ✧✧✧ Esa misma noche, horas atrás en la manada "Susurros Nocturnos". ✧✧✧ En el salón anexo al principal del Alfa Malcon, la chimenea crepitaba suavemente, iluminando las paredes de madera oscura con su luz dorada. Las largas ventanas ofrecían una vista del cielo estrellado, donde la luna llena iluminaba el paisaje. Alfa Malcon, se encontraba sentado en un sillón de cuero, su expresión pensativa mientras miraba las llamas. Korina, también en el salón, se acercó a Malcon y, sin rodeos, lo sorprendió con su declaración: —Cásate conmigo, Alfa Malcon —le dijo la hembra, su voz seductora y llena de malicia. Malcon arqueó las cejas, sorprendido. En ese momento, estalló en carcajadas. —¿Estás mal de la cabeza? —exclamó ese macho entre risas—. ¿Crees que tomaré a una loba cualquiera como mi Luna?, ya tuve una… Murió. Nunca nadie va a… —él hizo una pausa, recordando a Adalet. No pudo continuar, su corazón lo impidió. Korina se mantuvo seria, y su expresión se tornó má
Korina miró fijamente a Malcon, sus ojos dorados reflejando la luz de la chimenea. Había un fuego en su mirada que no podía ignorar. —No hay engaño aquí —afirmó esa hembra—. Estoy dispuesta a arriesgarlo todo. Lo he perdido todo, y no puedo quedarme de brazos cruzados mientras Zefor se mete con otra hembra, tiene otros cachorros, y mi hijo… Es lanzado a la basura. Malcon sintió la sinceridad en su voz. Había algo en su determinación que lo conmovía. Se acercó un poco más, sintiendo la tensión en el aire. —Está bien —dijo el Alfa, por fin aceptando—. Te daré la oportunidad de probar tu lealtad. Pero si siento que me has engañado… no habrá lugar donde esconderte. —Lo entiendo —respondió Korina, su voz serena—. Y recuerda, esta es una alianza. No una relación romántica. Malcon sonrió, aunque no estaba seguro de cómo se sentía al respecto. Había algo excitante en la idea de trabajar con ella, pero también había un riesgo enorme… ¡ÉL YA ESTABA ENAMORADO! —Vamos a hacer esto —dijo e
Zefor se acercó a la ventana, observando el hermoso paisaje del territorio de su manada, como si le diera la espalda a ella. —Hoy pasarás el día con los cachorros —dijo Zefor sin girarse—. No te dejé salir anoche, así que lo voy a compensar, como di mi palabra. Adalet apretó las manos contra la sábana, sintiéndose como un objeto sexual, como alguien que solo se había vendido esa noche por algo más. Aunque ese "algo" eran sus cachorros, y eso le ofrecía un consuelo. —Está bien —respondió la hembra, su voz apenas un susurro—. Pero… Necesito que me liberes de estos brazaletes, debo prepararme una medicina, no voy a quedarme embarazada otra vez… Al menos, no lo quiero contigo. Zefor se volvió hacia ella, frunciendo el ceño… ¡ELLA ESTABA CRUZANDO LÍMITES!, una clara ofensa para ese macho Alfa. —No —dijo él fríamente—. No necesitas que te libere de esos brazaletes mágicos. No hace falta. Mis médicos te darán algo para evitar que quedes preñada. Ahora, vístete y sal de mi habitación