La puerta estaba cerrada con llave, y la frustración comenzó a invadirla. Había intentado abrirla varias veces sin éxito.
—¡M@ldita sea! —exclamó la loba, golpeando la puerta con el puño—. ¡¿Quién se cree que es?! ¡¿Quién carajos me encerró?! ¡Ese maldito debió enviar a alguien!
Con determinación, decidió que no podía quedarse ahí.
Con un movimiento decidido, tomó aire y se preparó.
¡POOOM!
Con un golpe preciso, rompió la cerradura y la puerta se abrió de golpe.
El aire fresco de la noche entró con fuerza, despertando su espíritu combativo.
Adalet salió al pasillo, sintiendo el frío de la brisa en su piel. Sin embargo, no estaba sola.
A medida que avanzaba, una figura apareció ante ella.
Era una loba de la manada, con una presencia imponente y una actitud burlista.
Llevaba un vestido rojo que acentuaba su figura, y sus tacones resonaban en el suelo de madera.
—Mira quién decidió salir de su jaula~ —dijo la loba, sonriendo con desdén—. ¿Te sientes cómoda, Adalet?