Zefor había levantado la mano, ordenando a los guardianes que retiraran a Adalet del calabozo… pero no logró hacerlo.

Ella se había mantenido firme, con la mirada fija en él. Una mezcla de valentía, dolor, y ternura se mostraba en esos ojos verdes que solo él conocía tan bien. Y aunque el Alfa dorado era fuerte, indomable para la mayoría, no pudo con eso…

No con la mirada de su amada Luna.

Alfa Zefor bajó la mano lentamente. Sus labios se apretaron, sus cejas se fruncieron con resignación, y al final, soltó un leve suspiro entre dientes.

—Está bien… —dijo ese Rey Alfa, girándose hacia ella con esa voz profunda que a veces parecía un gruñido contenido—. Quédate, pero al margen. ¿Entendido?

Adalet asintió con la cabeza, sin atreverse a sonreír. Su corazón latía con fuerza, pero al menos había logrado algo.

Un poco de humanidad. Un poco de compasión en medio de tanto odio, fuego y oscuridad.

Zefor desvió la mirada hacia Connie.

—¿Debo enviar por Jareth? —preguntó sin rodeos, cr