LeonardLa noche aún huele a guerra.El aire en el bosque es denso, cargado de algo que no reconozco del todo. No es solo magia. Es más denso. Más químico. Más… antinatural.—Por aquí —dice Mikel, señalando unas ramas rotas y manchas oscuras sobre la tierra húmeda.Avanzo al frente del grupo. Alex, Sebastián, la hechicera blanca y tres de los guerreros más leales me siguen sin hacer preguntas. Saben que cuando salgo a cazar, no hablo. Saben que esta vez es personal.Porque si lo que Evelyn enfrentó fue un cazador… no era uno común.El rastro se vuelve más errático a medida que avanzamos. Zancadas más largas, gotas de sangre más espaciadas. El maldito trató de huir… pero va perdiendo fuerza.Y entonces lo vemos.Está a pocos metros, encorvado, con los brazos apoyados en el barro. Respira con dificultad. Su cuerpo se sacude con espasmos involuntarios, como si estuviera peleando consigo mismo.—No es humano —susurra la hechicera.Algo que ya sabíamos, pero esto es una confirmación.—Y tam
EvelynEl día del juicio ha llegado.Hoy todos aquellos que traicionaron a Leonard, que siguieron voluntariamente a Megara y al consejo, dando la espalda a su alfa, van a ser juzgados.Pese a que es algo que debe pasar, sé que Leonard no está feliz con lo que va a pasar, acaba de recuperar a su gente, a su hogar y lo último que quiere es empezar con problemas, pero también sé que siendo el líder, no puedo dejar pasar lo que sucedió.Debe dejar en claro quién es el alfa.Yo voy a apoyarlo en cada paso.El ambiente en la manada es espeso, denso. Los lobos no hablan en voz alta, se miran unos a otros con desconfianza, como si el aire mismo todavía llevara el eco de la traición.Las antorchas están encendidas desde el amanecer, marcando con fuego el espacio sagrado donde se llevará a cabo el juicio. Las sillas han sido dispuestas en semicírculo. El Consejo —ahora prisionero— está en el centro, encadenado con runas de obediencia. Algunos se retuercen. Otros están pálidos. Y unos pocos… aú
LeonardSabía que algo no iba bien, podía sentirlo. Podía sentir el malestar como si yo mismo lo estuviera padeciendo y cuando ella me dijo que estaba bien, debí haber insistido, porque lo sabía, sabía que no estaba diciendo la verdad para no preocuparme.Pero creí que era algo normal del embarazo, ahora…. ahora estoy aterrado.No hay nada más aterrador que ver caer a tu compañera y no poder hacer nada.Cuando Evelyn simplemente pierde la conciencia y se desvanece, con los ojos cerrados y el rostro pálido, algo dentro de mí se rompe. No lo pienso. Me lanzo a ella y evito que caiga contra el suelo, antes de tomarla en brazos con cuidado y la sacudo con suavidad.El corazón latiendome desaforado, el miedo rasgando mi carne.—Evelyn… Evelyn, por favor…No responde.Su respiración está, pero es débil. Como un susurro a punto de apagarse.Mi corazón se desboca. Gruño, llamo por ayuda mientras la aprieto contra mi pecho. Corro fuera de la habitación sin soltarla ni un segundo, sintiendo q
EvelynPor alguna razón despertar duele.No físicamente, sino dentro de mí. Como si me arrancaran de un lugar donde todavía era segura, donde no tenía miedo de lo que está por venir.Pero al mismo tiempo me siento extrañamente ligera, como si el agotamiento se hubiese ido un poco de mi cuerpo.Abro los ojos lentamente y la primera imagen que veo es su cabello oscuro, revuelto sobre su frente. Leonard está ahí, dormido junto a mí, la cabeza sobre su brazo, los dedos aferrados a los míos como si temiera que desapareciera.—Leonard… —susurro.Él reacciona de inmediato, se endereza y sus ojos se clavan en los míos. Hay tanto miedo en ellos… que por un segundo me dan ganas de llorar.Diosa bendita, nunca penes que alguien podría llegar a amarme de la forma en que él lo hace y aún me cuesta un poco aceptar que me lo merezco y que está bien porque yo lo amo a él con la misma intensidad.—Lyn —susurra. Me abraza con cuidado, como si tuviera miedo de romperme—. Amor mío, por la diosa, casi me
LeonardNo estoy seguro de que esté de acuerdo con que Evely haga parte de un ritual ahora mismo, teniendo en cuenta que hace menos de 12 horas estaba desmayada, pero por primera vez alguien es más terco que yo.Y por primera vez no puedo decirle que no a alguien.La habitación huele a incienso y a magia antigua.Estoy de pie junto a Evelyn, sujetándole la mano mientras la hechicera blanca prepara el ritual con el colgante. Ella ha dibujado runas en el suelo, y murmura palabras en una lengua tan vieja que me revuelve las entrañas.Evelyn aprieta mi mano cuando la energía empieza a elevarse.—¿Lista? —le pregunto en un susurro.—Sí —dice ella, aunque su voz tiembla un poco.Cuando la hechicera coloca el colgante en el centro del círculo, una luz azulada lo envuelve. Y entonces, lo siento: la energía de Evelyn fluyendo hacia el objeto.Sus piernas se tambalean.—¡Basta! —gruño, girándome hacia la hechicera—. ¡Detenlo!—¡No! —protesta Evelyn, aferrándose más fuerte a mí—. Tenemos que term
EvelynEl lago parece un espejo de plata bajo la luz de la luna.Camino descalza junto a Leonard, nuestras manos entrelazadas, sintiendo cómo el aire cambia alrededor de nosotros.La noche está viva. Llena de magia antigua. Llena de algo que late en el viento, en el agua, en nuestros pechos.Nos detenemos justo al borde del lago.Leonard me mira y asiente. No hace falta decir nada. Sabemos lo que hemos venido a buscar.Cerramos los ojos, respiramos profundo, y dejamos que la energía fluya, que nuestras almas llamen a aquella que siempre ha respondido en los momentos más oscuros.Y me encargo de llamarla, de pedirle que se presente ante nosotros, que nos de la ayuda que necesitamos.El agua se agita.Una brisa gélida nos envuelve.Y entonces… ella aparece.Una figura de luz pura, femenina, con ojos como lunas llenas y cabello que cae en ondas infinitas, tan blancas como la nieve más antigua.La diosa.Su voz resuena en el aire, poderosa y suave al mismo tiempo:—Dos visitas en una seman
LeonardEl aire huele a humedad, a leña quemada y a sangre seca.Los cazadores nos escoltan hasta el corazón del campamento, donde varias tiendas toscas se alzan entre árboles deformes.Puedo sentir cómo cada mirada que se posa sobre nosotros destila odio puro.No los culpo. Para ellos, un lobo es una amenaza que camina.Pero esta vez… también somos su única esperanza.Nos detienen frente a una hoguera donde un joven, de no más de veinticinco años, afila una lanza de plata con movimientos mecánicos.Su cabello es oscuro, sus ojos casi negros, y su mandíbula está apretada con una furia contenida que reconozco porque la he sentido yo mismo.Este es el nuevo líder.—Aquí están —gruñe el cazador que nos escoltó—. Dijeron que querían verte, Eron.El tipo se pone de pie en un solo movimiento fluido, la lanza en la mano.Nos observa como si midiera dónde tendría que clavarla primero.—¿Qué m****a hacen dos lobos en mi territorio? —escupe, su voz cargada de veneno.No bajo la mirada. No retroc
EvelynPuedo sentir la tensión llenar el ambiente. No conozco al alfa enfrente de nosotros, pero solo basta una mirada para saber que no es de los amigables, aunque no se ve meramente violento tiene algo que me mantiene alerta.Todo lo contrario a lo que la chica al lado suyo transmite. Ella se ve firme y a la vez serena, sus ojos los recorren y mira con demasiada curiosidad a los cazadores.Decido mantenerme en silencio, dejando que sea Leonard quién maneje la situación, pero aún así no bajo los escudos, por el contrario me encargo de reforzarlos y asegurarme de que todos estemos cubiertos, no quiero más sorpresas.—Decidan. O se unen a nosotros… o se apartan. Pero no vamos a detenernos.—la voz de Leonard truena en el lugar y siento como los cazadores a mis espaldas se enderezan.Listos para la batalla, listos para defenderse de ser necesario y es que se siente tan irreal estar junto a ellos y sé que para los lobos en la manada no será sencillo luchar a su lado.Muchos han perdido a