Lyon rápidamente se puso de pie, en un segundo estaba junto Aysel mirando la cuna vacía, ella comenzó a llorar y a gritar de desesperación por su hijo, era un cachorro recién nacido que no pudo haberse ido solo, alguien tuvo que tomarlo.

Sin decirle nada dio media vuelta, corrió a la puerta, por el pasillo hasta la habitación de Dina, la abrió de golpe encontrándose con la mirada de asombro de la loba, que se iba levantando, seguramente por los gritos de Aysel la había despertado.

Lyon miró sus brazos, pero estaban vacíos, desvió la mirada a la cama, pero esta tenía las sábanas revueltas, Aysel llegó detrás de él, lo empujo para entrar, podía sentir como su pecho estaba oprimido por la angustia de no saber que había pasado con su hijo.

—Por favor dime que tú tienes a Conri…—suplico Aysel mirando a su abuela, pero ella pareció estar sorprendida por su ruego…

—No hija, mi pequeño debe estar en su cuna —respondió Dina, Aysel dejó salir un grito desesperado, sintiendo su corazón desgarrar