Las lágrimas se derramaban por las afiladas mejillas de Franchesca, siendo estás una culminación de su dolor, irá y enojo.
Todos esos años, cada uno de esos días, ella había guardado rencor y recentimiento hacia su madre por haberla abandonado, dejándola a merced de su padre, un hombre que con el correr de los años se había vuelto más cruel y malvado.
—No lo sabía—logro susurrar la hermosa chica de cabello color vino cuando finalmente su madre termino el relato que había comenzado su abuela.
El nudo en su garganta se apretaba más y más, conforme los segundos pasaban y los recuerdos bombardeaban su mente de viejas imágenes, dolorosas y tormentosas.