La llegada de Cecilia y Egon a la mansión Alcántara.
Los esposos Lombardi cargaban a los mellizos, Estaban sorprendidos de la gran diferencia entre ellos, y solo bastaba ver a sus abuelos para saber a quien habían heredado su parecido.
— Donovan, que bueno que viniste, ¿Por qué nunca me dijiste lo difícil que era cuidar de bebés recién nacidos? Creí que eras mi amigo. ¿Qué más me has ocultado, eh?
— Dallán, yo que iba a saber que de la noche a la mañana te convertirás en padre de mellizos y te casarías, ahora ya los bebés están aquí y debes resolver sobre la marcha.
— Ahhh... No hay remedio. ¿Ya viste a mis hijos? Son hermosos, ¿Cierto?
— Por supuesto que lo son, se parecen a sus abuelos.
— ¿Qué quieres decir? Yo también soy apuesto... y mucho. — En realidad Dallán era una gota de agua de su padre Drago, por lo tanto uno de los niños era idéntico a él.
(...)
A la mansión Alcántara, llegaban Egon y Cecilia, habían decidido poner fin a su retiro que quisieron darse después de la muerte de su hijo.
Ellos entraban a la