CAPÍTULO 22

Aitana se levantó de golpe al sentir el golpe de una puerta al cerrarse, pero fuera de eso nada más anunció la presencia de alguien dentro del departamento, lo único que podía percibirse eran los murmullos de una ciudad que estaba despierta hasta altas horas de la madrugada. La temperatura había comenzado a descender despacio y la mujer se echó sobre los hombros una sencilla bata de seda para salir a investigar. Después de todo en aquella buhardilla no podían entrar más que Carlo y ella.

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