Largo un suspiro, no tenía idea de la empresa Wallflower, así que me puse a investigar y descubrí que es bastante prestigiosa. Descubro que son líderes en los utensilios fabricados en material de cuero y caucho de tipo biodegradables. Además, tienen un laboratorio propio de experimentación e incluso son dueños de una fábrica de producción y fabricación.
Todavía no me lo creo que esa sea la empresa que quiere contratarme. Hasta ahora solo he tenido tropiezos para conseguir un buen lugar; sin embargo, que hable cuatro idiomas incluido el español debe ser un gran ítem de importancia en mi currículo, para un cargo de asistente de gerencia. Eso hace que valga la pena la espera.
Admito que mi buena educación es algo que debo agradecer a mi familia, y supongo que antes encajaba bien en ella, cuando todo parecía ir perfecto hasta que se me ocurrió presentarle mi novio a mi hermana.
¡Diablos!
No puedo ponerme a pensar en esas cosas ahora. Desde que soy una renegada por no rendirle pleitesía a su felicidad, lo único que tengo son una educación de élite, mis cosas, el piso donde vivo y las citas al psicólogo que garantizan que tenga todo lo anterior. Mi padre no pudo quitármelas, pero ya no seguirá pagando nada de ello desde que dije que iba a independizarme y conseguir un trabajo para vivir a mi manera. No importa cómo, tengo que conseguir y mantener este empleo. De lo contrario, asumirá que no puedo sostenerme por mí misma y no dejará de tener potestad sobre mis decisiones.
La torre es bastante alta, incluso que la de mi padre quien tiene su propia oficina en el edificio de negocios en el centro corporativo de Hallspring. Es bueno no estar allá y haberme cambiado de ciudad, creo que por eso no había encontrado nada hasta ahora. Tomo aire y me apresuro a ingresar por la entrada de la entrada principal del Skywall. Dentro, todo es elegante y lujoso. En mi camino hacia el mostrador reviso que mi traje de sastre ejecutivo esté impecable. Luego de mirar la hora en mi reloj de mano me acerco a la recepción.
Aun no son las ocho y creo que es de buena educación llegar temprano. Me anuncio con mi nombre y apellido y digo que vengo a una cita para la plaza disponible de asistente de gerencia. La mujer de mediana edad me mira de arriba abajo y parece dudosa. Me pregunto si hay algo mal con mi apariencia, o tal vez es porque me veo mucho más joven que ella. A veces eso es un problema que equiparan a falta de experiencia. Espero que no sea el caso.
―¿Está segura de que viene para la gerencia? ―pregunta la mujer con tono dubitativo.
Coloco mi mejor sonrisa.
―Sí, claro, me llamaron a avisarme que mi currículo fue aceptado en esta gerencia luego del mes de revisión ―respondo y ella me mira con la boca entreabierta, sin perder su expresión―, puede verificar mi información si tiene dudas.
―No las hay, es solo que es extraño.
―¿Qué es extraño?
―Que hayas sido aceptada, eso es muy raro, pero si hay un error la señora Sullivan debe corregirlo ―explica la mujer, después de ello y todavía no muy convencida me da la autorización para que suba al piso administrativo, y me entreviste con la persona mencionada.
Empiezo a pensar que hay algo mal con el trabajo, y lo cierto es que cuando me digo que no puedo perder esta oportunidad, es real. No puedo. Ya no soy la chica rica que lo tiene todo, soy alguien que debe esforzarse por su propia cuenta.
Con esa inquietud en mi cabeza subo hasta el piso veintiséis donde queda el área administrativa. La mujer me dijo que fuera al puesto de la señora Sullivan y ella me daría indicaciones, pero no tengo que hacerlo, creo que es quien me espera con mi currículo en mano. También es algo mayor. Lo que me hace pensar que, aunque la empresa sea moderna, su personal femenino es bastante senil.
―¿Allegra Wills? ―pregunta algo nerviosa.
Eso me hace exhalar.
―Sí, soy yo, ¿sucede algo? ―contesto recomponiéndome.
―Creo que tenemos un gran problema ―dice con cara de circunstancias.
Eso me abruma.
―No me diga que no me darán el puesto.
―Ese es el problema, tienes el puesto, estás cualificada; sin embargo…
La mujer parece dudosa con lo que va a seguir diciendo, y mientras ella se debate en eso siento que me sofoco ante lo que podría ser una negativa. Miro a mi alrededor con mucha expectación porque las mujeres que hay en ese piso todas tienen un rango de edad mayor y tal vez es el problema.
No veo a nadie de mi edad, solo algunos chicos, pero es extraño que las mujeres todas sean demasiado adultas. No sé qué pensar de ello, no obstante, hay lugares donde los cargos requieren mucha experiencia laboral y eso se gana con los años. Tal vez es porque soy demasiado joven y el puesto muy exigente.
¡Que cuernos!
―¿Qué iba a decir? ―pregunto luego de calmar mis revolucionados pensamientos porque se queda muda, y es cuando veo que todos se ponen en pie haciendo filas a lado y lado como si por allí fuera a pasar alguna gran majestad.
Entonces me fijo en que es por un hombre elegante y bastante apuesto que hace su entrada en el piso; sin embargo, su caminar es apurado y la mirada ceñuda e intransigente. Dos trabajadores caminan a su lado tratando de decirle cosas mientras intentan igualarle el paso. Es alto, delgado y su zancada grande.
Me quedo allí mirándole con detenimiento hasta que me fijo en que es el mismísimo Oliver Wallflower el hijo del fundador de la empresa, y para quien trabajaré. Todavía está soltero, es lo que dice en el portal de una revista de negocios que investigué, para saber quién era el que dirigía la compañía. También dice que es taciturno y poco sociable, algo que ahuyenta un poco a las cazadoras de millonarios a pesar de su atractivo.
No diría que lo es tanto salvo porque es alto y viste elegante, pero creo que le hace falta algo de peso. ¡Diantres! Debería sacarme de la cabeza que todos son como Adrian Bellford. Por andar recordando esas cosas no me fijo que se ha detenido frente a mí, y lo de intransigente en su mirada pasa a volverse verdadero enojo: Ay, Dios, ¡se vino!, escucho murmurar asustada a la señora Sullivan a mi lado.
―¿Quién es esta chica, Sullivan? ―pregunta con tono gruñón y directo a la mujer sin siquiera mirarme, aunque estoy casi en su frente. La mujer parece que rezara con agonía por las murmuraciones raras que pronuncia, casi inaudibles―, ¿he hecho una pregunta, Sullivan?
Su forma de increpar hace temblar a la mujer. A mí me enerva porque no me lo pregunta directo a mí.
―Es… la señorita Wills ―contesta algo atolondrada.
¡Qué sucede con este ambiente!
Es plena mañana, pero todo parece ponerse lúgubre y hasta tenso. Me da la impresión de que todos aguantan la respiración.
―¿Señorita? ―repite con sorna y no sé por qué, pero me enoja que arrastre la palabra de forma despectiva.
¿Qué problema hay con eso?
―Si… señor. Es la persona que se escogió para remplazar a la difunta Rosseane.
―Debe ser una broma, ¿verdad? Di claras instrucciones ―dice el hombre con tono intransigente.
―No, señor.
―Es. Una. M*****a. Broma. ―El hombre insiste y yo quiero gritarle cual es el maldito problema con eso―. Y no me contradiga, Sullivan. Las instrucciones fueron claras.
―Señor no lo estoy contradiciendo. La hoja de vida que eligió nuestra difunta Rosseane para estar en su cargo es el de la señorita Allegra Wills, ya está autorizado por la administración y no puede deshacerlo.
―¡Si me contradices! Rosseane está muerta, no pudo hacerme eso.
¡Cielos! Parece un niño chinchoso. Es el jefe, lo reconozco por las pocas fotos con notas que encontré de él en la internet. Es estricto y reservado, tanto que no se le conoce ningún escándalo con mujeres. Además, que su familia es muy respetable.
―Creo que lo hizo cuando se enteró de que iba a morir y debía delegar el cargo. Fue… hace un mes.
Vaya, el tiempo que llevo esperando la confirmación para el puesto. Lo que me hace pensar que esa Rosseane se aseguró de que lo tuviera cuando muriera. Eso si es extraño.
―Sigue siendo una m*****a broma y no voy a aceptarla.
―Pero señor…
―¡Dije que no! ―masculla ese energúmeno.
―Por qué no. ¿Va a decirme cuál es su problema con mi hoja de vida? ―intervengo llamando su atención porque ni con un enorme cartel de neón se dignaría a mirarme, ni aun así lo hace, sigue con su mirada furibunda puesta sobre la pobre señora Sullivan que parece que va a desmayarse de lo aterrorizada que está―, ¿no va a decírmelo? ―sigo increpándole.
Todo a nuestro alrededor parece quedarse en silencio y lo único que se escucha es su rabiosa respiración y la mía, hasta que por fin se digna a mirarme, y ahora cuando conecto con su mirada furibunda, no diré que es cien por ciento atractivo, pero tiene algo inquietante, y hasta aterrador en ese rostro demasiado pálido contrastando con su negra melena.
―¡Ni hablar! ―espeta y sigue su camino a grandes zancadas hasta la oficina del fondo que debe ser la gerencia principal.
Entra allí y la cierra de un portazo, y luego de ello es como si el ambiente transmutara cobrando vida y volviendo a la normalidad.
¡Qué le pasa a ese hombre!
Me acerco a la mujer que tiembla como si la hubieran regañado. Es el colmo, ella podría ser su madre.
―¿Qué le sucede a ese tipo? ¿Cuál es su problema? ―pregunto cabreada.
―Por qué no le dices Edna, la chica debe saber que ella ha transgredido la regla más importante para las mujeres que quieran trabajar en esta empresa ―el que habla es uno de los hombres jóvenes.
―James, este no es momento de hacer bromas ―le reprende la mujer volviéndole el alma al cuerpo.
―¿Y cuál es esa regla que no tengo ni idea porque apenas y este es mi primer día? ―pregunto porque aparte de enojo, me causa curiosidad.
―Que tendrías que haber sido muy vieja, pero parece que la dulce Rossie le ha jugado una buena broma al escogerte ―responde el hombre y la verdad es que, aunque lo dice con algo de diversión, no le encuentro el sentido.
Oliver━━※━━¡Maldita sea!Por qué nadie sigue mis reglas al pie de la letra. «Rosseane no pudo hacerme eso, ella lo sabía»… me digo colérico, e incapaz de serenarme. Me aflojo el cuello de la corbata como si me asfixiara recordando su imagen, haciéndome imposible sacarla de mi cabeza. Su piel blanca delicada, su cabello lacio rojizo, su figura delgada y de apariencia frágil. De esas que te incitan a hacerle cosas muy malas y como me encantaría...¡Mierda, mierda!¿Por qué parezco un loco?Esto es frustrante. Tocan la puerta sacándome de sopetón de lo que estoy pensando. Hubiera sido mil veces mejor no mirarla, pero ya lo he hecho. Lo hice cuando la vi allí, de pie como si se hubiese aparecido una visión.¡Bien!Me sacudo de nuevo, ya he elegido a una chica. Eso ayudará a olvidarme de lo que pasó hoy. Por lo que solo queda arreglar el asunto.―¿Quién?―Soy yo, señor ―contestan al otro lado.Es Sullivan y me pregunto por qué no usó el intercomunicador para avisarme que vendría. Debe se
¿Debí haber sido vieja? ¡Qué carajos significa eso! Aprecio que el personal adulto sea prioritario en este lugar, pero es absurdo pensar que eso puede ser una causa para no contratar a alguien más joven. Reconozco que el cargo es bastante intimidante; de todos modos, ya pasé el maldito filtro y esperé todo un mes para que me dijeran que estaba contratada. Ahora no voy a dejar que me echen sin siquiera haber comenzado. Después de la discusión ese hombre se encerró en su oficina, la señora Sullivan que parece haber recuperado su compostura fue allí y ha vuelto con una mejor cara. Me pregunto si eso significa que hay una mejoría en el ambiente. ―Debe tomarlo con paciencia, y de momento lo mejor es que no se acerque a él. Vaya, ¿por qué tanta alergia? ―¿Sufre de alguna alergia o algo? ―pregunto con curiosidad y ella sonríe nerviosa. «Debí haber dicho fobia en vez de alergias», es lo que parece. ―No que sepamos, el jefe es s
No sé por qué estaba más impactada, por lo que había en ese lugar, o por la sola idea de que él tuviera ese tipo de prácticas de forma clandestina. No me quedé para que me lo explicara, así como tampoco esperaría a que lo hiciera; sin embargo, siento que he descubierto algo escabroso en la vida del director que pretende despedirme. Hacía mucho no dormía y en parte creo que fue por el exceso de adrenalina que derroché y que me dejó exhausta. Sí tenía alguna duda de que en efecto fuera él, luego que salí corriendo bajó por supuesto a buscarme. Es bueno que hubiera un solo ascensor, así que lo hizo por las escaleras y a pesar de como se ve parece que tiene una buena condición física, porque llegó a la recepción casi al tiempo que yo. Fue difícil escabullirme; se sintió como si estuviera escapando de un asesino, pero lo logré. Debió ser por todo eso que terminé agotada y sin ganas de pensar en nada más, y cuando llegué y me fui a la cama me quedé fundida. Lo cierto es qu
Quisiera sentirme mal porque de alguna manera lo he chantajeado; pero lejos de sentirme así, es lo contrario, experimento una especie de sensación de poder que me hace sentir como nunca en mi vida. Antes de Adrian si las había, porque vivía en una clase de burbuja enamorada; no obstante, después de eso, no volvió a haber ninguna. Las ganas de experimentar alguna clase de felicidad se esfumaron. He estado enojada y amargada porque después de lo ocurrido, solo me obligan a participar como si lo único que desearan es verme lamerme las heridas; «pero se acabó», me digo recordando la cita al psicólogo de hoy, que para lo único que lo contrataron fue para meterme en la cabeza que tengo que alimentarme de la felicidad de los demás. Ahora no soy feliz como insinúa, pero sí de otra manera y es debido a mi osadía, porque he descubierto un secreto sucio del jefe. A hoy día no sé si eso se podría considerar así, quizás no, pero eso depende de qué lado de la balanza estás. Wallflower es una emp
Oliver━━※━━“¿Te agendo otro nuevo encuentro?”.Leo el mensaje de Bert, y lejos de emocionarme por responder, me encabrono. La noche fue un fracaso gracias a esa audaz chica que no supe ni como apareció allí. Rememoro el encuentro de hace un rato y no sé por qué me siento estúpido. Allegra Wills no es cualquier persona, su familia tiene renombre en el mercado, y me pregunto por qué se empeña en quedarse aquí cuando claramente no lo quiero por el bien de ambos.¿Debería ser claro o más contundente?Alguien toca la puerta y largo un suspiro cuando de inmediato abre y entra sin que le autorice. Es James, luce bastante contento y me pregunto por qué. Es bueno desempeñando su trabajo, aunque por lo regular no está tan de buen humor. Es obvio que esa influencia es causada por la joven señorita ―entrometida―, Wills.―Acabo de enterarme, ¿en serio la dejaste quedar? ―pregunta resolviendo mi incógnita sobre su felicidad.―¿Vienes a decir algo interesante sobre trabajo? Si no es así vuelve a t
Nunca había estado tan feliz como lo estoy ahora, no sé si es por la osadía de enfrentar a mi nuevo jefe, o es porque he conseguido uno de mis propósitos para no seguir dependiendo de nadie, ni siquiera de mi padre. Sin embargo, la felicidad me dura poco cuando me recuerdo que tengo que asistir por obligación a la cita con el psicólogo. Largo un suspiro cada que veo que se acerca la hora. Pero nada que hacer, debo ir o terminarán argumentando que soy alguien inestable y todo mi esfuerzo se irá al carajo. Odio esas sesiones, y más que me pregunten si estoy bien cuando podrían adivinarlo. Creo que solo lo hacen como un cuestionamiento para que dude de mí misma y vuelva a retroceder. «No voy a hacerlo», decido, y tampoco dejaré que esto influya en mi vida. Retomo lo que me queda de trabajo y empiezo a guardar la información. La señora Sullivan fue muy amable en instruirme con lo que tenía más dificultad, y buscar al jefe esta vez, no fue tan complicado. Cuando me toca e
Debería salir corriendo, sin embargo, eso no ayudaría en nada porque mañana tendría que enfrentarlo de todos modos. Él pone el auto en marcha luego que me acomodo en el asiento de al lado. Apenas me mira de reojo con desconfianza y después se concentra en la vía. ―¿A dónde vamos? ―¿Ya cenó? ―pregunta como si no ocurriera nada. Muy astuto. Es él quien tiene la sartén por el mango ahora. ¡Diantres! Cómo vine a ser tan descuidada. ―Si me siguió, es obvio que sabe que no. ―¿No se le hace una situación familiar? ―comenta con un tono ganador en la voz. ―¿No me diga que estaba buscando una excusa para ahora si poder echarme? ―Digamos que tenía curiosidad, porque es probable que tenga a alguien inestable emocionalmente en mi empresa. ¿¡Qué!? ―Sí lo dice… ―No hablo de su reacción en la zona de cafetería ―me corta las palabras―, creo que una clínica de psiquiatría dice mucho de su salud mental.
¿Quieres entregarme tu voluntad? Mientras como, usando el tenedor porque me ha quedado grande el uso de los palillos, esa irreverente pregunta no deja de darme vueltas en la cabeza. Mi uso de los palillos es deprimente y la comida se me escapa. En cambio, su experticia en su uso es impecable. Mientras mi pensamiento vaga con preguntas insidiosas no puedo dejar de admirar sus manos de un color blanco pálido. Sus dedos son largos y finos, no como la mano de una chica, pero si de un chico delicado sin dejar de ser varoniles. «¿Querría hacer eso?», me formulo la pregunta a mí misma mientras no ceso de divagar con tonterías observando el grácil movimiento de sus manos. ―Adelante, haz tu pregunta. Su voz se alza sobre mis pensamientos, sobresaltándome, quizás me ha pillado expiándolo de más. Miro hacia otro lado para disimular y cuando me siento menos tensa, vuelvo a enfocarme en él. Ahora sé que sus ojos son de un color aceituna bastante a