Oliver
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¡Maldita sea!
Por qué nadie sigue mis reglas al pie de la letra. «Rosseane no pudo hacerme eso, ella lo sabía»… me digo colérico, e incapaz de serenarme. Me aflojo el cuello de la corbata como si me asfixiara recordando su imagen, haciéndome imposible sacarla de mi cabeza. Su piel blanca delicada, su cabello lacio rojizo, su figura delgada y de apariencia frágil. De esas que te incitan a hacerle cosas muy malas y como me encantaría...
¡Mierda, m****a!
¿Por qué parezco un loco?
Esto es frustrante. Tocan la puerta sacándome de sopetón de lo que estoy pensando. Hubiera sido mil veces mejor no mirarla, pero ya lo he hecho. Lo hice cuando la vi allí, de pie como si se hubiese aparecido una visión.
¡Bien!
Me sacudo de nuevo, ya he elegido a una chica. Eso ayudará a olvidarme de lo que pasó hoy. Por lo que solo queda arreglar el asunto.
―¿Quién?
―Soy yo, señor ―contestan al otro lado.
Es Sullivan y me pregunto por qué no usó el intercomunicador para avisarme que vendría. Debe ser porque la reprendería y no le atendería.
―Entra ―ordeno y ella entra sin demora mostrándose avergonzada―, espero que vengas a decirme que ya te encargaste de corregir el error ―añado amenazante.
Si algo detesto, es que nada se haga como digo. A pesar de su vergüenza, no parece arredrada.
―Lo lamento, señor ―dice haciendo que me vuelva el enojo.
―No me digas eso.
―Rosseane lo hizo, ella escogió a la chica y pidió que le hiciera el contrato e ingresara a trabajar una semana después de su funeral.
―Te dije que no me digas tonterías. Rosseane está muerta.
M*****a sea Rossie, ¿por qué haría eso? Le dije que se muriera en paz y no se preocupara más por mí.
―Ya revisé su hoja, y su único problema es que tiene veintidós años.
―¡Eso va contra mis reglas! ―exclamo furioso.
―Es apta para lo que necesita. Domina los idiomas necesarios y es graduada de economía y administración gerencial.
―Con veintidós años, ¿acaso fue a la escuela con pañales? Es inútil, no vas a convencerme.
―No podemos despedirla, no es su política.
―Es mi m*****a empresa y si digo que necesito a alguien con mucha más experiencia, es porque es así ―declaro irritado.
¡Que cuernos!
La m*****a tentación es perfecta. Ya imagino a Rossie diciéndome desde el más allá.
¿A que le tienes miedo, mi pequeño?
―Lo siento, señor Wallflower. No puede deshacerse, la señorita Wills empezará su primer día de trabajo hoy. Como está estipulado.
Sullivan me hace reír irritado.
―¿Estás desafiándome? Puedo despedirte si se me antoja ―le hablo autoritario.
Me fijo en que Sullivan no parece la misma mujer adulta trabajadora y obediente de siempre y me pregunto por qué se empeña en mantener lo que hizo Rossie. Ella ya está muerta y se supone que mi secreto se lo llevó a la tumba. No entiendo por qué se empeña en atormentarme.
―Si hace eso, tendrá una renovación del personal femenino y hablo de juventud. La política de experiencia garantizada ya no tiene que ver con la edad y se está quedando obsoleta. Existe algo llamado inclusión y equidad por lo que será difícil mantenerlas sin que haya alguna queja sobre el tipo de contratación que tiene ―expone esa mujer haciendo que apriete la mandíbula.
Tiene razón, incluso he tenido que aprobar ese tipo de contratación al talento joven, pero no para tenerlo cerca de mí.
―¿Me amenazas Sullivan?
La mujer se alza de hombros.
―Creo que ya debería de ir superando su fobia, ya está algo grandecito, ¿no? ―dice sin un ápice de miedo―. Ahora iré a darle indicaciones a la señorita Wills.
Sullivan me deja de piedra por un momento.
―¡Espere allí!
Hago que se detenga, ella se vuelve y me mira.
―¿No cree que esté retando al diablo?
―Lo siento señor, yo sé que es quien dirige esta compañía, pero el aval viene directo de su padre, es por eso por lo que creo que no puede hacer nada y tendrá que acostumbrarse a la presencia de la señorita Wills.
Ella dice esas palabras y luego se marcha, y al parecer no es tan tonta al usar la autoridad de mi padre. Me pregunto por qué él se ha tomado la molestia de meterse en este asunto cuando decretó que yo tendría toda la autonomía y decidiría que personal trabajaba cerca de mí, y cual no.
―Maldita sea ―mascullo enojándome otra vez, y luego pienso que no tengo ninguna fobia, es solo que no puedo darme el lujo de tener chicas hermosas, jóvenes y perfectas pululando a mi alrededor, por lo menos no en este sitio.
Esto es una m****a. No puedo dejar que se quede, tengo que buscar la manera echarla y pronto. Sin embargo, como es que siendo el dueño y jefe no puedo hacerlo.
Esto es un chiste.
¡Me lleva!
¿Debí haber sido vieja? ¡Qué carajos significa eso! Aprecio que el personal adulto sea prioritario en este lugar, pero es absurdo pensar que eso puede ser una causa para no contratar a alguien más joven. Reconozco que el cargo es bastante intimidante; de todos modos, ya pasé el maldito filtro y esperé todo un mes para que me dijeran que estaba contratada. Ahora no voy a dejar que me echen sin siquiera haber comenzado. Después de la discusión ese hombre se encerró en su oficina, la señora Sullivan que parece haber recuperado su compostura fue allí y ha vuelto con una mejor cara. Me pregunto si eso significa que hay una mejoría en el ambiente. ―Debe tomarlo con paciencia, y de momento lo mejor es que no se acerque a él. Vaya, ¿por qué tanta alergia? ―¿Sufre de alguna alergia o algo? ―pregunto con curiosidad y ella sonríe nerviosa. «Debí haber dicho fobia en vez de alergias», es lo que parece. ―No que sepamos, el jefe es s
No sé por qué estaba más impactada, por lo que había en ese lugar, o por la sola idea de que él tuviera ese tipo de prácticas de forma clandestina. No me quedé para que me lo explicara, así como tampoco esperaría a que lo hiciera; sin embargo, siento que he descubierto algo escabroso en la vida del director que pretende despedirme. Hacía mucho no dormía y en parte creo que fue por el exceso de adrenalina que derroché y que me dejó exhausta. Sí tenía alguna duda de que en efecto fuera él, luego que salí corriendo bajó por supuesto a buscarme. Es bueno que hubiera un solo ascensor, así que lo hizo por las escaleras y a pesar de como se ve parece que tiene una buena condición física, porque llegó a la recepción casi al tiempo que yo. Fue difícil escabullirme; se sintió como si estuviera escapando de un asesino, pero lo logré. Debió ser por todo eso que terminé agotada y sin ganas de pensar en nada más, y cuando llegué y me fui a la cama me quedé fundida. Lo cierto es qu
Quisiera sentirme mal porque de alguna manera lo he chantajeado; pero lejos de sentirme así, es lo contrario, experimento una especie de sensación de poder que me hace sentir como nunca en mi vida. Antes de Adrian si las había, porque vivía en una clase de burbuja enamorada; no obstante, después de eso, no volvió a haber ninguna. Las ganas de experimentar alguna clase de felicidad se esfumaron. He estado enojada y amargada porque después de lo ocurrido, solo me obligan a participar como si lo único que desearan es verme lamerme las heridas; «pero se acabó», me digo recordando la cita al psicólogo de hoy, que para lo único que lo contrataron fue para meterme en la cabeza que tengo que alimentarme de la felicidad de los demás. Ahora no soy feliz como insinúa, pero sí de otra manera y es debido a mi osadía, porque he descubierto un secreto sucio del jefe. A hoy día no sé si eso se podría considerar así, quizás no, pero eso depende de qué lado de la balanza estás. Wallflower es una emp
Oliver━━※━━“¿Te agendo otro nuevo encuentro?”.Leo el mensaje de Bert, y lejos de emocionarme por responder, me encabrono. La noche fue un fracaso gracias a esa audaz chica que no supe ni como apareció allí. Rememoro el encuentro de hace un rato y no sé por qué me siento estúpido. Allegra Wills no es cualquier persona, su familia tiene renombre en el mercado, y me pregunto por qué se empeña en quedarse aquí cuando claramente no lo quiero por el bien de ambos.¿Debería ser claro o más contundente?Alguien toca la puerta y largo un suspiro cuando de inmediato abre y entra sin que le autorice. Es James, luce bastante contento y me pregunto por qué. Es bueno desempeñando su trabajo, aunque por lo regular no está tan de buen humor. Es obvio que esa influencia es causada por la joven señorita ―entrometida―, Wills.―Acabo de enterarme, ¿en serio la dejaste quedar? ―pregunta resolviendo mi incógnita sobre su felicidad.―¿Vienes a decir algo interesante sobre trabajo? Si no es así vuelve a t
Nunca había estado tan feliz como lo estoy ahora, no sé si es por la osadía de enfrentar a mi nuevo jefe, o es porque he conseguido uno de mis propósitos para no seguir dependiendo de nadie, ni siquiera de mi padre. Sin embargo, la felicidad me dura poco cuando me recuerdo que tengo que asistir por obligación a la cita con el psicólogo. Largo un suspiro cada que veo que se acerca la hora. Pero nada que hacer, debo ir o terminarán argumentando que soy alguien inestable y todo mi esfuerzo se irá al carajo. Odio esas sesiones, y más que me pregunten si estoy bien cuando podrían adivinarlo. Creo que solo lo hacen como un cuestionamiento para que dude de mí misma y vuelva a retroceder. «No voy a hacerlo», decido, y tampoco dejaré que esto influya en mi vida. Retomo lo que me queda de trabajo y empiezo a guardar la información. La señora Sullivan fue muy amable en instruirme con lo que tenía más dificultad, y buscar al jefe esta vez, no fue tan complicado. Cuando me toca e
Debería salir corriendo, sin embargo, eso no ayudaría en nada porque mañana tendría que enfrentarlo de todos modos. Él pone el auto en marcha luego que me acomodo en el asiento de al lado. Apenas me mira de reojo con desconfianza y después se concentra en la vía. ―¿A dónde vamos? ―¿Ya cenó? ―pregunta como si no ocurriera nada. Muy astuto. Es él quien tiene la sartén por el mango ahora. ¡Diantres! Cómo vine a ser tan descuidada. ―Si me siguió, es obvio que sabe que no. ―¿No se le hace una situación familiar? ―comenta con un tono ganador en la voz. ―¿No me diga que estaba buscando una excusa para ahora si poder echarme? ―Digamos que tenía curiosidad, porque es probable que tenga a alguien inestable emocionalmente en mi empresa. ¿¡Qué!? ―Sí lo dice… ―No hablo de su reacción en la zona de cafetería ―me corta las palabras―, creo que una clínica de psiquiatría dice mucho de su salud mental.
¿Quieres entregarme tu voluntad? Mientras como, usando el tenedor porque me ha quedado grande el uso de los palillos, esa irreverente pregunta no deja de darme vueltas en la cabeza. Mi uso de los palillos es deprimente y la comida se me escapa. En cambio, su experticia en su uso es impecable. Mientras mi pensamiento vaga con preguntas insidiosas no puedo dejar de admirar sus manos de un color blanco pálido. Sus dedos son largos y finos, no como la mano de una chica, pero si de un chico delicado sin dejar de ser varoniles. «¿Querría hacer eso?», me formulo la pregunta a mí misma mientras no ceso de divagar con tonterías observando el grácil movimiento de sus manos. ―Adelante, haz tu pregunta. Su voz se alza sobre mis pensamientos, sobresaltándome, quizás me ha pillado expiándolo de más. Miro hacia otro lado para disimular y cuando me siento menos tensa, vuelvo a enfocarme en él. Ahora sé que sus ojos son de un color aceituna bastante a
Oliver ━━※━━ Algo que nunca había hecho antes, era tener conversaciones que implicara desnudar lo que tenía en mente para hacer con la chica en cuestión. No importa quien fuera, solo que estuviera dispuesta. El club al que asistía me proporcionaba eso. Seguridad y complicidad. No tenía por qué sentarme con la mujer para preguntarle si iba a dejarse hacer lo que quisiera de mí. Antes de ello, ya lo sabía, y solo era cuestión de dar rienda suelta. Sin embargo, eso acabó y se me hizo necesario volver a ser meticuloso. Entonces aparece Allegra y las cosas empiezan a tomar otro matiz. Pensé que lo odiaría, no me gusta salirme de la rutina; sin embargo, lo encuentro interesante. Ella me mira sin arredrarse, y no parece alguien que está loca, luce muy cuerda sobre todo para defender sus puntos, y lejos de cambiar de opinión me genera curiosidad su condición. De algún modo se siente como verse en un espejo que te muestra lo que quizá