La duquesa pidió a una sirvienta que guiara a Zlatan hacia la biblioteca. La misma quedaba a una cuadra del castillo y consistía en una construcción rectangular de un solo piso, con ladrillos vistos y pulidos.
- Avísame cuando termine, lo espero afuera – le dijo la sirvienta.
- Muchas gracias – dijo Zlatan – puede entrar a leer, si gusta.
- Este… ¡No sé leer! – dijo la sirvienta, sintiéndose avergonzada – pero mi hijo sí, por eso…
- Disculpa mi desconsideración. Si algún día está interesada, pídele ayuda a la duquesa para que te escriba una carta de solicitud de beca y visita el palacio real para que la reina financie tus estudios y los de tu hijo. Deseamos que el pueblo entero se eduque para un futuro mejor.
- Si usted lo dice… gracias por la amabilidad, su alteza.
El muchacho entró y fue recibi