Doménico, caía con fuerza en el agua, muy lejos de Fabrizzia; su cuerpo
se sumergía en la profundidad del mar. Todo se caía en pedazos, ya no había luz; solo oscuridad y tinieblas. No podía respirar, el agua se adentraba en su cuerpo como la oscuridad aquel día; no había cómo respirar. Al parecer, ya no había vuelta atrás. Ya no tenía fuerzas, no tenía más opción que resignarse y perder la batalla; todo era sombras y sequedad, no había luz ni bondad… Estaba lejos de todo lo que amaba; lo había perdido todo. ¿Cómo recuperar tanto? ¿Cómo regresar y ganar la batalla? ¿Qué hacer?... *** Muchos años atrás… Los dos hermanos, se sentaron en el suelo para que su padre, sentado en el sillón, les leyera la historia. El hombre tomó el libro, lo abrió con parsimonia y leyó: “Cuenta la leyenda que, existió un ángel de luz que fue enviado del cielo para salvar a un pueblo de un terrible monstruo que se quería llevar a todos sus habitantes. Ese monstruo era un ángel oscuro y malvado, y había nacido de las mismas manos que había creado al ángel de luz, a quien le llamaban: ‘El Elegido’; y era un hermoso guerrero con alas y con poderes para acabar con la maldad del monstruo que, con apariencia de humano, tomaba fuerzas para resucitar a ‘La Gran Bestia’. El propósito del ángel oscuro, era buscar aliados llamados: ‘Espectros’, a los que les infectaba el alma; y luego tomar fuerzas para crear su reinado de tinieblas y oscuridad. El Elegido, se encargaba de custodiar las almas para no ser infectadas y que pudiera reinar el bien; su misión comenzaba con el proceso doloroso de cambio de alas: que significaba pasar por una prueba dolorosa; y luego renacer con alas nuevas y con gran poder. La Gran Bestia, era derrotada con la poderosa espada escondida que el ángel de luz le tocaba encontrar; y regresaba, cada vez que alguien reunía los elementos necesarios para su resurrección…” ¿Y cuáles eran esos elementos? Preguntaban los niños sorprendidos y entusiasmados por la historia. Su padre siempre les contaba aquella historia, para que pudieran sentir algo de miedo; y obtener de ellos un buen comportamiento. Siempre les recordaba que “Si se portaban mal, vendría una temible bestia a comérselos”. El hombre que les contaba la historia les responde: Pues se dice que eran tres; pero no sabría decirles cuáles son… ¿Por qué? Insisten los niños cabizbajos Pues, porque… la hoja que le falta al libro, fue arrancada tiempo atrás y no se sabe nada al respecto… Explica el hombre. El libro del que hablaba era marrón oscuro con las letras doradas, tenía el signo de una cruz de dos espadas: negra y blanca; y en la punta: dos alas. Según su padre, aquella historia ya había transcurrido tiempo atrás. Los niños se desanimaron un poco. ¿Y crees que eso sea cierto, Padre? Pregunta de pronto uno No sé ¿Qué dices tú? Contesta Yo… creo que no Reflexiona el niño con detenimiento Pues entonces, será lo que tú pienses Añade el hombre sonriente Los niños rieron también. Enseguida se levantaron y decidieron ir a jugar; de pronto uno se detiene lentamente y pregunta reflexivo: Padre… ¿Por qué crees que el ángel oscuro se volvió malo después de haber sido bueno? El hombre lo miró unos segundos y respondió: Porque desobedeció a su padre, experimentó la maldad y se separó de la luz creando la oscuridad. Así nació la muerte de la vida Entonces… todo lo malo es ausencia de lo bueno Analizó el niño ¡Exactamente! Exclamó el hombre con orgullo Ahora, ve a jugar; anda Y el niño se retiró dejando al hombre solo en la habitación llena de libros por doquier. ¡Ven, vayamos al bosque! Invitó el otro hermano esperándolo afuera de la habitación No, ya sabes que a nuestro padre le molesta que vayamos a jugar allá Responde el niño con responsabilidad No importa lo que diga nuestro padre, él siempre tiene asuntos pendientes con el castillo. Vamos, anda insistía el niño El prudente hermano, también insistía en seguir las normas que su padre les decía; pero el hermano desobediente, no resistió y se encaminó hacia el bosque sin importar nada. Por favor, regresa; padre se pondrá muy furioso No importa, vamos Insistía el hermano desobediente ¿Por qué tanta obsesión en ir al bosque, no ves que es peligroso? Preguntaba el hermano prudente No sé, siempre me ha llamado la atención; es como si algo me llamara… Contestaba corriendo hacia al bosque El hermano prudente paró. Te lo advertí, cuando regreses y padre te castigue, no me culpes Pero el hermano desobediente, insistió en avanzar; y sin prestarle atención a las sugerencias de su hermano, se adentró a lo profundo del bosque. Las horas y los días pasaron; pero a aquél desobediente hermano, jamás pudieron hallarlo.