73. ¡Él no puede ser mi padre!
Dayleen no lograba dormir. Sus bebés se movían con fuerza, como si también sintieran la tormenta en el aire. Habían comenzado a ganar algo de fuerza desde que llegó al Imperio de Aryndell, lo cual tenía sentido; era un lugar lleno de magia y poder antiguo.
—No me dejan en paz —susurró mientras acariciaba su vientre—. ¿También están sintiendo lo mismo que yo? Tenemos que ir por respuestas, aunque tengamos miedo. Bueno, yo tengo miedo...
Una energía espesa la envolvía. La conexión con su loba se había fortalecido desde su llegada a la tierra del Rey, pero eso también traía consecuencias. Las visiones en sus sueños eran más frecuentes, los mensajes más insistentes. No siempre lograba distinguir qué era real y qué pertenecía al mundo espiritual, algo de lo que quería hablar con alguna Secerdotisa porque no comprendía mucho.
«Hoy es el día», murmuró su loba. «Hoy lo descubrirás».
—¿Descubrir qué?
«El nombre que nunca te dijeron. El que tu madre ocultó. La verdad sobre tu linaje»,