La enfermera que vino a traerme el desayuno me encontró ya bañada y con la computadora sobre las piernas, viendo en internet los últimos reportes sobre la erupción del volcán Llaima, en la IX Región de Chile, ubicado a la altura de Zapala, Neuquén. Había vuelto a entrar en actividad para Año Nuevo, después de una siestita de catorce años, y por rara ocasión para un volcán chileno, no había traído complicaciones a nuestras poblaciones fronterizas.
Una vez que leí la información de fuentes serias, empecé a seguir enlaces relacionados al azar. Y pasé un rato bastante entretenido con la interpretación esotérica, y más bien patafísica, de un informe sobre los volcanes de la Patagonia chilena. Según el autor, sus estudios astrológicos indicaban que pronto se registraría en la zona un evento geoló