—¿Cuándo vas a ir?
Sus palabras me arrancaron de mi momento de tortura interna.
—Hoy o mañana. El sábado ya me comprometieron a un brindis de fin de año.
Me tendió una mano con una de sus sonrisas rápidas.
—Me gustan los Gremlins —terció—. ¿Alguna vez viste ascender a alguno?
—¿Ascender? ¿Sus cenizas, querés decir?
Meneó la cabeza. Parecía divertido.
—Un día alguien allá arriba te va a pasar factura por todas las criaturas que has matado por ignorancia.
Estábamos en la puerta de casa y entré a buscar mis cosas.
—Con la Cruz alcanza —lo oí decir.
Ariel salió de su pieza atraído por su voz y se asomó al porche.
—¡Hola, Raziel! —saludó alegremente.
—Buenas noches, Arie