4 | La hora de la verdad

Rossie salió de la sala de maquillaje como nueva: sus ojos brillaban y su corazón latía todavía con más fuerza que minutos antes. Había llegado la hora de la verdad.

The Boyz in the Band ya no se hallaban en la sala de espera. Se escucharon gritos agudos de las fans en el estudio. Con seguridad ya se encontraban en el plató. En treinta segundos más, el turno sería de ella. La seductora voz de Erika de Sousa resonó como una campanilla que puso a la multitud en silencio, como por arte de magia.

–Nuestra siguiente invitada fue elegida de entre más de trescientas aspirantes. Su inteligencia, gracia y dominio del idioma inglés le hizo acreedora al primer lugar en el concurso para convertirse en la entrevistadora estrella de esta noche. A sus dieciocho años, es presidenta del Club de Periodismo de su colegio, el Sagrado Corazón de La Capital. Esta tarde tendrá el honor de conducir la charla con la boyband más popular del momento, en vivo y en directo para la televisión nacional e internacional. ¡Recibamos con un fuerte aplauso a la señorita Rossana Regiés!

«Este es tu momento, Ro. No lo arruines, por favor». Rossie respiró profundo por la nariz y exhaló por la boca. Luego, ingresó al plató con una sonrisa y se presentó al público, tal como lo había ensayado. Saludó a Erika con beso en la mejilla y luego a cada uno de The Boyz (Kaoh incluido). Todos actuaron como si la acabasen de conocer, los boybanders sonreían y bromeaban como si habitasen, por unos minutos, en un universo paralelo en el que no existían discordias. Ni con ella, ni entre ellos.

Rossie tomó asiento en un sillón modular rojo que la marcaba como protagonista del episodio. Frente a ella, Toby y Jared, sentados uno junto al otro, le sonreían con picardía. El Goodboy hasta le guiñó un ojo y le alzó el pulgar al disimulo, en señal de aprobación. Kaoh y Niko se veían tan amables como si fueran los gemelos bondadosos del par de gruñones que había acabado de conocer minutos atrás.

«Quien no los conozca, que los compre», pensó Ro.

Rossie condujo la entrevista como toda una profesional, Erika traducía al español la conversación, luego de cada intervención.

–Mi siguiente pregunta es para Jared –a Rossie le centellearon los ojos cuando pronunció su nombre. Las chicas gritaron y el Goodboy rio, aplaudió y puso su índice en la boca, para indicarles que por favor hicieran silencio–. ¿Cuál es tu impresión sobre las fans de La Capital?

De nuevo el auditorio estalló. El Emperador les pidió mesura con las dos manos. Callaron por fin.

–Bueeeenoooo –su declaración quedó en suspenso por un par de segundos–, las encuentro a todas muy hermosas.

Las fans volvieron a gritar despavoridas.

–Pero… –continuó el Goodboy–, debo decir que una de ellas me llamó mucho la atención.

–¿En serio? –la pregunta de Rossie fue sincera. Tenía curiosidad por saberlo–. ¿Y podemos saber de quién se trata?

–La vi afuera del estudio –continuó Jared, de forma muy efusiva–. Y debo decir que se veía muy cutie con su faldita azul.

El auditorio perdió la cabeza, la mitad de las muchachas se habían fugado de sus colegios para ver en vivo a The Boyz in the Band, y ni siquiera habían tenido tiempo para cambiarse de ropa. Muchas eran del Sagrado Corazón. El Emperador podía haberse referido a cualquiera.

Pero algo le dijo a Rossie que Jared hablaba de ella. No pudo evitar sonrojarse y reír.

–¿Escucharon eso, chicas? –Ro se dirigió a ellas–. ¡Ya saben cómo debemos ir vestidas mañana al concierto!

Alborotadas, las chicas gritaron y animaron a la conductora. Jared y los muchachos reían y se dedicaron a gastarse bromas durante la hora y media que duró aquel encuentro.

–¿Sabes algo, Rossie? –esta vez fue Toby quien lo dijo–. Esta es la mejor entrevista que hemos tenido en años. Y no exagero.

Era cierto. Rossana la había preparado durante semanas. Conocía a fondo a la banda y la respectiva biografía de cada uno de los chicos. Nada de preguntas insulsas, salvo las necesarias para hacer el deleite de las fans. Lo había logrado. Se lo merecía.

–Y Toby no se impresiona con facilidad –le secundó Jared–. Nos has dejado asombrados, pequeña.

Se oyó un murmullo general entre el público.

–¿Le dijo “pequeña”? –era lo que se preguntaban, en voz bajita, las muchachas.

–Bien –Toby, en un inesperado giro del guion, tomó la palabra y se puso de pie cuando habló–. Ahora nos toca a nosotros. ¡Ronda de preguntas incómodas para Rossie!

The Commander  alentó a las fans para que gritaran el nombre de la conductora. Todas obedecieron.

–¡Rossie, Rossie, Rossie!

«Un momento, esto no estaba previsto en el libreto», a Ro le comenzaron a sudar las palmas de las manos. No se manejaba bien en la improvisación.

–¡Pido la primera pregunta! –gritó Jared. No esperó autorización de nadie y disparó–. ¿Quién es tu Boy favorito?

 «No, Jared, ¡no me hagas esto!». Rossie regresó a ver al auditorio. Buscaba a alguien en especial. A su consejera, mentora, hermana y mejor amiga. Annelise estaba en el centro del palco, despampanante, como siempre, la versión sexy de su hermanita menor, pero con el cabello azabache y los ojos verdes. La hubiera distinguido entre miles, con su enorme cartel en forma de corazón, que contenía las palabras Jared, always in my heart, dentro de este. Lo había elaborado a mano para levantarlo al día siguiente, en el concierto.

Annelise le dijo que sí con la cabeza. Por supuesto, ella no sabía lo del desaire del ex-amor-de-su-vida. Tampoco sabía que Rossie, su hermanita menor, tenía ahora otro favorito. Pero que tampoco podía gritarlo en público, porque eso sería considerado alta traición, por Annelise, obviamente.

–¡Rossie, responde!, ¡Rossie, responde! –se oía el canto del auditorio como si fuese la barra de un equipo de fútbol.

–No tengo ningún favorito –mintió Ro–. Me gustan todos por igual.

–¡Mentira! –gritó Jared.

Todas las chicas del auditorio le secundaron.

Rossie supo entonces que se hallaba a unos segundos de atravesar la vergüenza de su vida.

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