–Lo prometido es deuda, pequeña –dijo Jared Cavalier a Rossana Regiés, al ingresar a la oficina de ella sin pedir permiso ni perdón, y mientras extendía el cuadernillo verde frente a ella.
A Rossie le disgustaba que la interrumpieran en medio de su flow creativo, pero había aprendido a vivir entre constantes escenas como estas; ejecutadas, eso sí, por varias personalidades como su propio hijo, Marcel, cualquiera de los Boyz, Ricky Cavalier y hasta por el dichoso guardia de seguridad.
–Espero que este cuaderno valga el próximo bloqueo creativo que estoy a punto de tener por culpa de tus constantes interrupciones –le dijo Rossie, sonriendo más como para ocultar su molestia que como un gesto sincero.
–Y lo vale, pequeña –dijo Jared. Y se sentó en donde le correspondía. Esto es, en el asiento de invitados–. Anda, chécalo.
Rossie abrió el misterioso documento que contenía el inventario que prometía otorgarle material de investigación para