Señor este no fue el trato.
—Está bien cariño, te esperaré en la heladería—. Zulema iba a cerrar la puerta cuando de repente pensó en algo y retrocedió los dos pasos que había dado.
—Si quieres puedes utilizar mi auto, tu padre me dejará de camino—. Le sugirió mientras le pasaba las llaves y Zoe la vio indecisa.
—No mamá, te lo agradezco, pero iré en taxi porque hoy no me siento de ánimos para manejar.
Unos minutos más tarde Zoe iba de camino a ver a Isaías, mientras el coche avanzaba más ansiedad sentía y las ganas de pedirle al taxista que se detuviera incrementaron, pero en vez de eso se mordía el labio inferior que ya tenía lastimado. Sus manos sudaban a pesar de sentir mucho frío, no tanto porque el aire acondicionado del coche sino por el descontrol nervioso que tenía en ese momento.
Instintivamente, miró hacia atrás y se quedó ojiplática cuando visualizó a Luisana.
—¿Me está siguiendo?— habló sola, sin poder asimilar que su amiga no respeta su privacidad.
—Disculpe señorita, me ha dicho algo—indagó el