La arrogancia del alfa.
Luego de esa escena donde Isaías sintió que podría perder el control por completo, envió a su madre a llevar a Zoe a la habitación, porque la necesitaba lejos; pero muy lejos para no terminar clavando los colmillos en su cuello. Eros estaba fuera de sí, por eso, se dedicó a respirar acompasadamente durante media hora, procurando calmar su mente.
—¡¿Qué piensa esta bestia?! — gritaba Zoe frente a Alice que la veía sin saber qué hacer o decir—. ¡Él no es dueño de mi vida para encerrarme como si yo fuera su mascota!
Alice se rió.
—Vamos a comer ¿Quieres? — le propuso para hacer que se calmara, y aunque su hijo le había pedido que la mantuviera encerrada, ella no estaba de acuerdo con eso, porque ya le han hecho mucho daño a Zoe al obligarla a quedarse sin tener idea de porque debe estar en la manada.
—Usted es distinta a él.
Zoe se acercó a Alice, y le tocó las manos, aunque luego se arrepintió y se apartó.
—Somos iguales, solo que Isaías lleva mucha presión sobre él, aunque no niego qu