Los de seguridad vinieron de visita y echaron a Blanca junto con todas sus cosas.
Eiden sintió entonces que la casa estaba en paz.
Tenía la caja de las fotos en brazo, y tocó suavemente con los dedos lo que estaba escrito en ella.
Cristina vino a casa de los Frías desde que era una niña, y hasta aprendió a escribir con él, le enseñó tomándole de la manita, letra a letra.
«Cris, ¿dónde diablos estás ahora?».
Eiden agarró la caja de las fotos como si fuera un tesoro.
...
—Cris, ¿dónde diablos estás?
Cristina despertó de su sueño.
Judid le preguntó: —¿Por qué estás tan pálida? ¿Tuviste una pesadilla?
Cristina volvió a sus sentidos.
Hoy, el profesor Bernal y Judid la habían llevado a cenar y, de paso, le iban a presentar al redactor jefe de una revista.
Pero este iba a llegar un poco más tarde debido a que le surgió algo de repente. Y, como en los últimos días había tenido un sueño poco reparador, así que se quedó dormida en el sofá.
—Cristina, toma.
Frente a ella, una gran mano le entregó