Capítulo 10
Eiden condujo a casa tan rápido como pudo.

Acababa de encontrar al mensajero en la puerta de su casa, pero no llevaba nada encima.

—¿Dónde está mi entrega? —Eiden le agarró: —Creía que habías dicho que tenías un paquete de Cristina para mí.

El mensajero se quedó desconcertado: —Señor Frías... Su mujer ya ha firmado por usted, se lo di a ella.

—¿Mi mujer?

—¿Me equivoco? Pero esa señora acaba de decir que era la señora Frías...

Eiden se apresuró a entrar en la villa.

—¡Blanca! ¿Dónde estás?

Blanca, que en ese momento se encontraba en el cuarto de baño, se estremeció.

Tiró el contenido de su mano al retrete y pulsó frenéticamente el botón de la cisterna, pero al segundo siguiente, Eiden abrió la puerta del baño de una patada.

Le arrebató la caja de la mano y la hojeó con ansiedad.

Eran fotos.

Desde que era un adolescente a convertirse en un hombre maduro con los años.

En algunas llevaba uniforme escolar, de baloncesto, traje y bata.

De cara, de perfil, de espalda, había de todos los ángul
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