—¡No puedes hacer esto!— gritó Aurora mientras se retorcía en la silla y sollozaba.—¡Theo!
Él guardó silencio y la miró fijamente.
—Te dije que te mantuvieras alejada y no quisiste.
—¡¿Piensas mantenerme amarrada toda la noche?! —le gritó ella nuevamente.
—Deja de llorar Aurora.
—¡¿Por qué actúas así?! — dijo ella entre sollozos mientras se retorcía en la silla y sentía las cuerdas apretarse un poco más.
Theo se levantó de la cama y caminó por la habitación mientras la miraba fijamente.
Se llevó las manos a la cabeza y gruñó con fuerza.
—Nada de esto estuviera pasando si hubieras hecho caso.
—¡Me trajiste aquí con puras mentiras!
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