Capítulo 4

Hoy todo va a salir bien” es la frase que repito una y otra vez en mi cabeza, mi abuela decía que ideas positivas atraen cosas buenas así que intento confiar en ella, hasta el momento nada ha salido mal.

Anoche Clark se ofreció para llevarme a mi nuevo trabajo, al menos hoy no tengo necesidad de tomar un taxi, el metro o el autobús.

En el camino charlamos sobre su nuevo proyecto de trabajo. Él estudió economía pero es el dueño de una pequeña cafetería y por lo que me cuenta tiene planes de ampliar el negocio, lo escucho mientas habla con emoción sobre el tema, me hace feliz verlo tan centrado ante este nuevo proyecto, hasta hace unos meses se encontraba totalmente devastado por la ruptura con su ex novia Emily, la cual luego de cinco años de relación se marchó sin dar ninguna explicación y dejando el corazón de mi amigo hecho pedazos. Ver cómo logra salir adelante, me hace sentir muy orgullosa.

Por un momento nos quedamos en un silencio, que no es nada incómodo y solo se escucha una canción de Maroon 5 que suena en la radio.

—Creo que tendré que comprarme un auto —digo sin más— Tengo dinero que me dejó papá y ya voy a comenzar a trabajar, por lo que esa idea ha estado rondando mi cabeza desde esta mañana, al final necesito ir todos los días a mi trabajo

—Sabes que puedo llevarte cada mañana, no me es ninguna molestia

—Lo sé, pero no serás mi esclavo Clark, tú tienes tu vida y negocios, no todos los días puedes traerme.

—Oye —me interrumpe— Me ofrecí a ser tu chófer no tu esclavo —Me mira por unos segundos antes de volver la vista al frente y ambos reímos.

—Lo sé, solo he pensado que por mi puesto no siempre tendré que ir directamente a mi oficina, conozco muy bien el mundo de la publicidad por lo que sé que tendré más trabajo con los medios que con mis propios compañeros.

—Haz lo que quieras pero luego no digas que no me ofrecí a ser tu chófer, ese honor lo tienen pocas

—Lo sé, gracias de todas formas —Le digo mientras lo miro pero él está concentrado en aparcar frente al edificio de la revista.

Después de despedirme y agradecer que me trajera bajo del auto. Tomo un fuerte respiro y a un paso no tan apresurado pero firme y seguro me dirijo a la entrada, muestro mi credencial al portero y nadie me detiene porque sí oficialmente formo parte de esta empresa, es tan maravilloso que aún me cuesta  creerlo. Continúo mi camino hasta el elevador el cual está casi al cerrar sus puertas pero alguien que no logro ver lo detiene para que pueda entrar en él.

Todo aquí es elegante y eso no excluye al elevador que es de cristal igual que todo el edificio,  sus puertas tienen un espejo interior donde observo mi reflejo para comprobar si me veo bien.

Para el día de hoy elegí un vestido ajustado color crema con una raya fina en línea recta a cada lado, esta es de color negro al igual que mis zapatos puntifinos con tacón no muy alto y mi bolso del mismo color. Mi cabello luce un semirecogido y el maquillaje es muy sencillo pero se nota que me detuve un tiempo a arreglarme en la mañana, no estoy escandalosa pero si  elegante.

Lo primero que hago es dirigirme a recursos humanos para comprobar que todo en mi contratación esté en orden, o si me necesitan para algo, la carta que recibí me decía que tenía que venir a primera hora en la mañana.

Una vez termino y estoy segura de que todo se encuentra en orden me dirijo al piso del departamento de Relaciones Públicas.

—Wao —digo casi en un susurro 

Este sitio es maravilloso, todo es muy colorido y hay mucha vida en la decoración. El lugar es maravilloso hay varias oficinas a cada lado se puede ver que estas son de cargos importantes. Las paredes son de cristal por lo que se puede ver todo en su interior. En el centro hay varios puestos de trabajo individuales todos y al final se ve que hay una oficina que tiene una larga mesa estoy segura que es la sala de reuniones.

En un principio no sé muy bien que hacer pero veo a Matilda en una oficina de las que catalogué  como de cargos importantes, me dirijo hacia ella y al hacerlo noto que no se encuentra sola. Doy un suave toque en la puerta de cristal y Matilda ve hacia mí y me da una sonrisa de bienvenida. 

—Buenos días Abigail

—Buenas Matilda

—Entra —eso hago— Te presento a Tania ella también estará de prueba contigo en el puesto de publicista —Le extiendo mi mano y ella hace lo mismo

—Mucho gusto soy Abigail —Asiente y me da una sonrisa que juraría que o no es muy verdadera o esta chica es algo tímida. Tania es muy bonita su cabello y ojos son de color miel, en las puntas de su pelo hay un tono más rubio, tiene un flequillo muy abundante es delgada y alta sus labios son carnosos

—Abigail siéntate —dice Matilda —. Le explicaba a Tania que ambas tendrán que ponerse al día con nuestros antiguos proyectos además de familiarizarse con el personal, tienen esta semana para eso cualquier duda pueden preguntar al equipo o al Director de Publicidad y en caso de que él no se encuentre, a mí. Aquellos escritorios de allá —dice señalando dos de los puestos individuales del medio de la oficina —son para ustedes pueden acomodarse en ellos hasta las nueve, que tendremos una reunión con todo el equipo de Relaciones Públicas y el de la Editorial. Espero y les valla muy bien en este mes de prueba, de más está decirles que espero resultados favorables o ya conocen las consecuencias —Tania y yo asentimos sonrientes y nos dirigimos a nuestros puestos.

Miro el reloj y veo que faltan quince minutos para que sean las nueve. Por lo que decido sacar la laptop de mi bolso y acomodar algunas cosas que traje de casa que me harán falta durante mi estancia en el trabajo.

Tania se acerca a mí con una sonrisa  —Espero y nos llevemos bien— Me dice,  la observo y me doy cuenta de que es una de las mujeres que noté el día de la entrevista, la reconozco como la chica tímida.

—Claro, no veo porque no sería así  —respondo

—¿Qué edad tienes? yo tengo veinticuatro

—Tengo veintidós

—No eres de aquí verdad, tu acento me suena... pero no sé de dónde

—Soy de Colombia pero llevo diez meses viviendo aquí y mi padre era español —. La interrumpo para aclarar sus dudas.

—¿Y qué te trajo a vivir aquí? —En un principio pensé que solo quería conocerme pero ya veo anda demasiado curiosa y para mí no es fácil hablar de mi vida, el motivo no puedo siquiera decirlo en voz alta y mucho menos a alguien que acabo de conocer, así que miro mi reloj y veo que faltan cinco minutos para las nueve. 

—Creo que deberíamos ir a la sala de juntas ya van a ser las nueve —Asiente mientras yo recojo una agenda un bolígrafo y mi celular el cual pongo en silencio mientras camino a la sala de juntas. Siento como me mira pero trato de ignorarlo, no quiero ser desagradable pero tampoco soy muy habladora.

Al entrar en la sala donde será la reunión veo que ya hay varias personas, saludo con unos buenos días y me siento, a mi lado se coloca Tania, creo que intenta hacernos amigas y tiene lógica ya que tendremos que hacer muchos trabajos juntas. Pero yo soy tan amargada y cerrada que no dejo a todos conocerme, por eso no quiero darle tantas esperanzas.

—Lamento haberte incomodado —me dice

—Tranquila, no pasa nada —respondo y ninguna de las dos vuelve hablar

Pasa el tiempo y más personas van llegando son las nueve y diez y Matilda anuncia que solo faltan tres personas que ya están en camino. Debería darles pena ser impuntuales, pero al parecer a la jefa eso no parece molestarle, cosa que veo rara porque ella se hace ver como si fuera muy estricta con el cumplimiento del trabajo.

Casi al momento entra una mujer rubia muy hermosa que porta una sonrisa con la podría dejarnos ciegos, todos los hombres la observan y ella parece algo incómoda con eso, después entra un hombre vestido de traje que debe tener unos cuarenta años luce muy bien para su edad lo sigo con la mirada y este se sienta casi al frente de mí, pero no, sería demasiado bueno tener tan maravillosa vista. Siento que alguien más abre la puerta pero no me molesto en revisar porque estoy segura que es la última persona.

De repente siento como Tania me da un golpe con un pie, la miro y ella me hace un gesto con una sonrisa para que mire algún sitio —Mira qué guapo— dice casi en un susurro para que solo yo la escuche, busco el lugar donde va su mirada y no lo creo. Cierro los ojos y los vuelvo abrir y sí, no estoy ciega veo bien muy bien, demasiado bien.

La persona que Tania dice es un encantador hombre vestido con un hermoso y elegante traje gris y azul claro, alguien tan  apuesto que podría comprarse con un bizcocho.

Estoy creyendo que la frase de mi abuela si funciona, el universo hoy está a mi favor porque el único puesto vacío es justo frente a mí y ahí es donde se sienta el caramelito, deja sobre la mesa unos papeles, eleva su vista y nuestras miradas se cruzan, es como si me dieran electro shocks porque siento una corriente que recorre cada parte de mi cuerpo.

Esos ojos, como olvidarlos nos miramos de tal forma que estoy empezando a olvidar donde estoy, como me llamo, todo. El parece darse cuenta porque muestra una pequeña sonrisa hasta que acaba mi felicidad.

Alguien se aclara la voz y me saca de la burbuja en la que estaba. Y todos los presentes nos están mirando, al momento siento tanta vergüenza que puedo sentir como el calor llega a mis mejillas. Dios que momento más incómodo, no quiero ni me gusta ser el centro de atención.

Matilda me mira un poco raro, pero después mira hacia otro lado y da inicio a la reunión. En general entiendo todo lo que hablan y como explican el modo en que nos organizaremos para sacar la edición mensual de la revista Magic. A Tania y a mí nos dan varias tareas que vienen con el cargo como generar ideas innovadoras para obtener mayor atención de los medios, organizar las próximas ruedas de prensas, asistir a ellas entre otras cosas, que sabía que nos tocaría hacer. También nos recuerdan que debemos ponernos al día con los trabajos anteriores. Realmente fue una reunión productiva y siento unas ganas enormes de empezar a trabajar en todo lo que me han ordenado.

Al concluir me dirijo rápidamente a la puerta sé que parece que estoy huyendo pero en realidad me urge ir al baño, estoy nerviosa y eso es un síntoma que lo demuestra. Aunque una parte de mi realmente sabe que sí, estoy huyendo de volver a hacer el ridículo frente a todos mis compañeros y también de tener que cruzar mirada con el encantador bizcocho de ojos verdes. 

Estoy pidiendo a esa suerte que me ha acompañado todo el día que cuando regrese, el causante de mi acelerado corazón ya no esté presente por lo que me tardo un poco más de lo normal en el baño.

Cuando regreso noto que estoy de muchísima suerte, definitivamente es mi día porque no, no está. Voy a mi puesto a sentarme pero  sobre la agenda que dejé antes de ir al baño, hay una nota.

Veo que huyes de mí Abigail, pero no será así siempre, espero verte pronto, me hubiera gustado saludarte.

Por un momento dudo quien escribió la nota, pero nadie más me conocía por lo que estoy asumiendo que es él, obviamente es él soy tonta al creer que se trata de alguien más, aún recuerda mi nombre y me siento extraña ante el hecho de que lo haga, porque creo que me gusta que así sea.

Siento como un vapor sube por mis mejillas nuevamente, a este paso terminaré como un tomate, una ligera emoción recorre cada centímetro de mí, no sé porque una simple nota me hace sentir de este modo tan extraño. Tengo muchas preguntas sobre esto. ¿Por qué se tomó la molestia de escribirme? ¿Acaso quería decirme algo? De repente una voz me saca de mis pensamientos.

—El apuesto editor principal lo dejó sobre tus cosas antes de irse

—Si ya veo —respondo fingiendo que me da igual

—¿Lo conocías de antes? —me dice Tania

—En realidad no, bueno solo un poco, casi nada

—Allá adentro no pareció eso, todos lo notamos, la tensión

—Bueno solo he hablado con él una vez

—Qué suerte la tuya, deberías aprovechar él también se quedó bobito contigo.

—No es cierto solo fue la sorpresa de vernos, nada más.

—Lo que digas, el parecía muy feliz de verte.

—Bueno ¿Cuándo empezamos con el trabajo?

—Quieres cambiar el tema, chica lista, te seguiré la corriente —dice con una sonrisa que no le había visto antes y esta vez sí pareció natural y no forzada —Vuelvo enseguida voy por mis cosas para comenzar

Asiento y espero a que Tania regrese, mientras la espero le escribo un mensaje a mi hermanita para que sepa que mi primer día va genial.

Al final mi abuela tenía razón un poco de positivismo no está mal, puede que lo empiece aplicar un poco más de lo normal.

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