Mundo ficciónIniciar sesiónGiré la cabeza para observarle, justo después de comer, era agradable estar allí, con la brisa marina sobre nuestros rostros, con el único sonido del mar. Me relajaba demasiado.
– ¿Cómo pretendes demostrármelo? – me miró, sin comprender a lo que me refería - ¿cómo harás para mostrarme que ya no eres ese idiota, Darío? – sonrió, al darse cuenta de lo que estaba hablando – sólo es una posibilidad hipotética…
– Para demostrártelo tienes que estar receptiva – añadió, negué con la cabeza.
– Una sola tregua, es lo que he prometido – contesté.
– No voy a rendirme, María
– Entonces… ¿cuándo te vas a París? – quise saber, recostándome sobre mi brazo, pensativa. Lo cierto es que estaba cansada, había sido un día duro.
– Esta noche – contestó. Sonreí, levantando la cabeza para mirarle.
– Podríamos haber pospuesto nuestra







