La hora del juicio llegó con una tensión que se sentía en el aire como una tormenta inminente. Me tomé un descanso en el apartamento antes de que todo comenzara. El apartamento estaba inusualmente silencioso, como si incluso Cristopher hubiera decidido darme un poco de espacio. Él no estaría presente en el juicio; sabía que sería un riesgo innecesario que pusiera en peligro todo lo que habíamos planeado.
Arzhel estaba en la cocina, preparando unas tostadas. Su mirada se encontró con la mía cuando entré al lugar. Todo estaba saliendo bastante bien hasta ese instante, debíamos tener nuestra guardia alta, mientras aseguramos todo lo que habíamos construido.
—Hoy es el gran día. —dijo con una leve sonrisa, aunque su voz estaba cargada de seriedad.
—Sí, y no podemos permitirnos un solo error. —respondí, tomando la tostada que me ofreció—. Todo tiene que salir como lo planeamos.
—Y saldrá. —aseguró, colocando una mano en mi hombro—. Teresa no tendrá idea de lo que se avecina.
El tribunal es