—¡¿Pero qué demonios le sucede a esa chica?! —espetó furiosa Sacnicté, al momento en que arrojaba por los aires su teclado inalámbrico.
Para su buena fortuna, el imprescindible gadget cayó sobre su cama y conservó su integridad física intacta.
—¿Hablar de “hombres”? ¿Está loca? ¡Por todos los Cielos! Estamos a punto de demostrar que los universos paralelos existen y que cualquier cambio en la historia puede producirlos, ¡y ella quiere hablar de “chicos”! ¿Qué clase de tonta es?
El ruido de pasos en la escalera alertó a la niña. Su madre. De seguro ella. Al parecer había gritado demasiado y el resultado lógico sería un innecesario —e inoportuno— regaño. Suspiró. Debía inventar una mentira cuanto antes para que su mamá se contentara con sermo